sábado, 17 de diciembre de 2011

Jaén, ciudad abandonada


La "Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jaén, Guarda y Defendimiento de los Reynos de Castilla", se acurruca a la falda del Cerro de Santa Catalina sobre el cual se levanta, prepotente y dispuesto, el castillo del mismo nombre, comenzado a construir en la época del Califato Andalusí y ampliado y mejorado tras la conquista castellana en 1246. Hoy en día el castillo es el Parador_Nacional_de_Jaén y está considerado uno de los mejores de España, tanto por su fisonomía medieval, que aún se mantiene, como por su calidad en el servicio y decoración interior. Un lujo no al alcance de todos.

El castillo en sí se encuentra en este momento en plena restauración-remodelación-reconstrucción, que nunca se sabe cuál de estas tres denominaciones hay que aplicar cuando se actúa en un recinto histórico. Sus muros se yerguen sobre el monte, dominando la ciudad.


Y el recinto mantiene el aspecto medieval de sus paramentos, torres y puertas, convirtiéndose en una impresionante terraza donde las vistas alcanzan decenas de kilómetros a la redonda.



Cuando el tiempo lo permite, eso sí.


En definitiva, otra joya andaluza más del medievo español. Esperemos acertada la restauración final.


La ciudad de Jaén (la Gaiena romana) dio nombre a la andalusí Cora de Yayyá y fue durante siglos dominadora de uno de los territorios más bélicos de la Península Ibérica: la zona norte de la provincia jiennense, lugar de batallas como la de las Navas de Tolosa o Bailén, pues siempre esta zona fue puerta principal de acceso al Valle del Guadalquivir y las costas cercanas a las Torres de Hércules (Estrecho de Gibraltar)

"E habyendo tomado e conseguido una ves mas llegar a la mas alta torre del mas alto castyllo de la mas alta montanya, baxamos a yantar a la cybdad e villa por conoscer sus gentes e villanos e mesclarnos com ellos, e conoscer sus viandas e sus vinos, sus afecites e saladas, sus carnes e pescados e frutos. Mas antes concurrimos en un amcho lugar solado don se encontrava la más fermosa de las fassadas de Yglesya Maior que jamás vimos, com torres altas e columnas e santos. Todo digno de ver"

Diseñada por Pedro_de_Vandelvira, la hermosa Catedral de Jaén la ejecutó su hijo,  Andrés_de_Vandelvira, (quien también "vistió de pleno renacimiento a Úbeda y Baeza") aportando sus propias ideas y dejando una de las mejores obras renacentistas de España. Su fachada y porte fue inspiración para muchos otros arquitectos que construyeron catedrales e iglesias en el Nuevo Mundo, marcando una nueva influencia, en este caso positiva, hacia aquellos remotos lugares tan castigados por nuestro egoísmo y extraña forma de vida. El interior es, al mismo tiempo, austero y señorial, elegante y popular, cercano y místico. Es un lugar para recorrer despacio y sin perder detalle.

Sin embargo, el casco histórico de Jaén está ABSOLUTAMENTE ABANDONADO. ¡Lástima de Jaén! ¿Quién la ha abandonado y por qué? ¿Quién es el responsable de que sus calles estén repletas de suciedad, sus solares abiertos llenos de porquería, incluso sus restos arqueológicos cercanos a la Catedral, sus casas a medio caer...? No he visto jamás una ciudad con tanto graffiti estúpido en sus paredes, incluso en lugares históricos... (Hola, soy yo... Mili, te quiero... Tonto el que lo lea... Hola... y extrañas formas inconclusas, o sí...) La llamada "Judería" se cae a pedazos, las aceras llenas de mierdas de perro, los vehículos pasando por calles que son hechas para personas, las construcciones son colmenas de tres plantas en lugares donde solo debería haber una casa de no más de dos plantas; balcones convertidos en simples vanos, sin decoración, sin flores ni decoración. ¿Qué habeis hecho de la floreciente Yayyán?

No. Me niego a poner fotos de esto. Porque Jaén tiene valores por valorizar, como estos lugares:


El Casco Histórico de Jaén ha sido abandonado por sus gobernantes durante decenas de años a los especuladores y hacedores de dinero fácil y pronto, y hoy pagan sus consecuencias. Su caserío simplón lo ocupa hoy una población deprimida, lejana a las posibilidades de los de los barrios nuevos, sin escuelas, sin centros de salud, sin lugares de esparcimiento, con los coches entrando en sus propias cocinas. Han dejado morir su pasado en el presente.

Jaén es una ciudad abandonada.

Pero, además, Jaén es una ciudad abandonada por sus gentes. ¿Dónde están los jaeneses y jaeneras? La ciudad está vacía: tiendas y bares cerrados, plazas, calles...

¿Dónde...?


Bueno, esto sí que tiene una respuesta contundente: los jaeneros y jaeneras están en plena campaña; recogiendo aceitunas de sus impresionantes campos para darnos el aceite a gran parte del mundo. Salvo que el honorabilísimo Sr Durán i Lleida nos aclare dónde_están_realmente nuestros aparceros andaluces.

¿Y si visitamos Jaén por solo ver esto?



¿Acaso no merece la pena?

Espero que ningún ciudadano de Jaén se sienta ofendido por mi crítica, pues lo que pretendo con ella es colaborar por recuperar una ciudad que considero abandonada... pero nunca olvidada.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Cerro Muriano, pasado y presente

Las Gachas Negras
Cerro Muriano... Cerro Mariano... Sierra Mariana... Sierra Morena... ¿quién fue antes, el huevo o la gallina? Desde hace más de 5.000 años, en el Calcolítico, la actividad metalúrgica en el Cerro de la Coja se realiza ininterrumpidamente hasta la Gran Depresión Financiera de 1929, cuando la Córdoba Copper Company Ltd. una compañía anglosajona que aprovechó la inoperancia de la nobleza-cacique andaluza, más preocupada por lucir palmito sobre sus caballos de pura raza en ferias y romerías que invertir en la floreciente revolución industrial europea, se vio obligada a cerrar su fundición debido al crack financiero que una década después traería la más sangrienta de las guerras conocidas... ... ... Esto me suena...

Hace 2.000 años en este lugar existían unas Thermae romanas (¡en plena sierra cordubensis, incluso restauradas por el emperador Tiberio!) que daban servicio a las probablemente cientos de personas que se dedicaban a la extracción y metalurgia del cobre, creando una especie de distrito o poblado minero de relevancia.

La cordobesa barriada periférica de Cerro Muriano tiene un Museo_del_Cobre/ con una cantidad de piezas arqueológicas dignas de hacerle una visita. Nos ha sido grato comprobar la cantidad y calidad de las piezas expuestas. El horario de su visita es, en sábado, por las tardes, pero una amable señorita nos ha solucionado el problema y abierto las puertas que habría que abrir, e incluso explicado el orden cronológico para verlo. Todo un alarde de generosidad cultural: nuestro mayor agradecimiento por su disposición y sentido común.

El museo ocupa hoy lo que fuera el Cuartelillo de la Guardia Civil.


Museo del Cobre
Pero no quiero centrarme en los temas históricos o científicos. Mi amigo Paco Muñoz ya hizo de este tema su propia entrada magnífica para quien quiera más información, tanto de la zona como del propio museo de la barriada. Hoy mis pasos se centran más en mi memoria, y en la memoria de mi familia. Años de infancia, pubertad y juventud que compartimos, cada cual a su manera y momento en este lugar.


Hasta cuarenta personas llegamos a compartir una Navidad inolvidable detrás de esa valla. Un día la electricidad se había ido y solo alumbraba la flama de la chimenea. Salimos a la explanada detrás de esa verja cantando una canción infantil: "¡Tonto, cara cartón, cara pepino, cara melón, que tienes cara de primarrón! ¡Y busque compaña, y busque compaña, que a mi niña cualquiera la engaña! ¡Y dejarla sola, y dejarla sola, que mi niña parece una bola! ¡Y bola que bola, y bola que bola...! ¡Tonta, cara cartón,...!" Y una y otra vez... Navidades en familia.

Esa verja, además, era una de las porterías para jugar al fútbol. Los primos catalanes que venían en verano(catalanes cuando venían a Andalucía y andaluces cuando volvían a Cataluña; nuestros inmigrantes) eran del Barça, y los demás éramos del Córdoba, del Madrid, o del Atleti. La actual carretera era de tierra, y daba igual que fueran las cuatro de la tarde o las nueve de la mañana: un partido era un partido.

Luego bajábamos al pino para coger piñones, y pasábamos la tarde-noche partiendo piñones. Hoy "El Pino" es parte del Centro de Día de Mayores de la barriada.


El Pino
Por esa cuesta, hoy aplanadita pero entonces abrupta, se pegaba alguno que otro más de un traquetazo bajando con la bici sin frenos. La fuerza de la gravedad y la de la inercia hacían valer su ley.

En la siesta, mientras los mayores dormían en verano a "patasuelta", los primos nos íbamos a investigar los alrededores, a los que teníamos puestos nuestros particulares nombres. "Las Minas" eran el lugar estrella: lugares recónditos, escaleras que no llevaban a ninguna parte, pozos cegados, arcos y construcciones extrañas, plagadas de víboras, escorpiones y garrapatas. ¡A ver quién salta más y mejor!


Esas piedras que pisábamos nos marcaban nuevos caminos y rutas a mejores aventuras juveniles. Retos que superar y explorar, como la pared de los nidos de abejarucos...

... ¿pero eran de verdad de abejarucos? ¡Qué más da!
O los saltos en "Las Piedrecitas"...
... o echarle huevos asomándote al borde de "Las Gachas Negras", una montaña artificial formada por las escorias de la fundición; un ejemplo de lo que era entonces la "¿gestión de residuos?" y que hoy forma un paraje extraño e incomprensible. Aún así, nosotros también lo disfrutamos.

Pero lo que más nos gustaba era subirnos a "Los Leones". Hoy en día les llaman "Piedra Horadada"...

... y además le han puesto una especie de "muleta" en la pata derecha del león macho. Pero todos los conocemos como "Los Leones", porque en realidad son dos leones, uno macho, a la izquierda, y otro hembra, a la derecha, que se están dando un beso, probablemente con lengua. ¿Alguien lo duda?

¿Cuántos de nosotros subimos a la melena del león macho? ¿Cuántas veces? Mejor no contarlo.

Pero tanto las minas...

... como el entorno...

... como el conjunto arqueológico del Cerro de la Coja...

... que tuvieron que volver a tapar por falta de financiación. ¡Como si no hubiera arqueólogos e historiadores en el mundo dispuestos a destapar restos romanos! (no son buenos tiempos para la cultura)

Como decía, todo ello, estaba y sigue rodeado de la más coqueta de las sierras, la más morena de las montañas, la que más embriaga con sus olores a jaras y romero y se viste de alcornoques, encinas, pinos y cilantro. La sierra que marca el norte desde la ciudad de Córdoba y que todos los cordobeses buscamos con la mirada cuando nos encontramos perdidos en las nuevas urbanizaciones de pisitos monos y jardines de diseño. Esa muralla natural es, aunque no lo sepamos, nuestra mejor protectora y mejor guía.

No concibo un horizonte sin esta mar de tierra y árbol.

Un paisaje para no olvidar.

Prometo una nueva entrega, esta vez con lugares menos camperos, y más "de pueblo".

Volveremos a los olores a Cerro Muriano.