viernes, 24 de agosto de 2012

La elegancia de Florencia

Entrada al Palacio Vecchio, con la copia del David de Miguel Ángel  y  Hércules y Caco (Bandinelli)
Si Venecia es la originalidad y el estilismo, y Roma la espectacularidad y monumentalidad, Florencia es, sin duda, la elegancia y el buen gusto. Una ciudad cuyo nombre se relaciona con las flores no podía estar "vestida" de otro modo, y así parecen haberlo entendido quienes la habitaron desde la época etrusca hasta nuestros días.

Comienzo aquí mi tercera (y aún no sé si última) entrega de mi viaje a Italia de este mes de agosto, rindiendo homenaje a una ciudad con un decorado renacentista que abruma y que guarda celosamente grandes obras del arte universal: Florencia.



Botticelli, Donatello, Miguel Ángel, Bruneleschi, Della Francesca, Da Vinci, Giambologna, Bramante, Lippi, Sansovino, Ricci, Giotto, Rafael, Della Porta, Giovannozzi, Pollaiolo,... grandes artistas que han dejado sus obras repartidas por las calles y plazas de la ciudad, y por los interiores de iglesias y palacios, hoy felizmente visitables, eso sí, a cambio de "unos" euros y alguna que otra cola de espera. También pensadores y escritores como Boccaccio, Galileo, Dante o Maquiavelo tienen su hueco en esta ciudad que rezuma cultura por los cuatro costados. Algunos de estos personajes han querido quedarse en ella para siempre y hoy duermen dentro de la Iglesia de la Santa Croce, con su pijama pétreo.

Nave principal de la iglesia de la Santa Cruz.
Pero quiero insistir en lo que más me ha llamado la atención: su elegancia, buen gusto y renacimiento puro, tanto del trazado de sus calles como de los edificios que la componen. Es decir, el urbanismo exterior de un casco histórico que, salvo algunas vías entre  los puentes Viejo y de la Trinidad, suelen ser calles no demasiado estrechas ni cortas, que permiten una visión del caserío que se asoma mostrando composiciones de fachadas ordenadas bajo las premisas de la arquitectura clásica, simétricas, compuestas por pilastras, ventanas con frontón, molduras y medallones. Plazas compuestas por logias, columnatas que soportan sencillas bóvedas de cañón y que asoman al exterior mediante arcos de medio punto con casetones decorativos y grutescos alusivos, como en la Plaza de la Annunziata.


Desde la Plaza de la Señoría, dirección al sur, hacia el río Arno, se pasa por una calle donde la Galería de los Uffizi, repleta en su interior de obras de arte, ofrece una fachada a ambos lados a modo de pasadizo que resulta tremenda a la vista con sus columnas de orden toscano sosteniendo la armónica fachada, rematada con un arco que sirve de puente entre ambas aceras, y que da acceso a la ribera florentina. Una obra maestra del nuevo estilo artístico surgido en esta ciudad.

Palacio de los Uffizi, pasadizo entre fachadas.
Pero no solo del Renacimiento se nutre Florencia. Ya anteriormente, y con un aspecto más medieval, se encuentra a pocos pasos el Palacio Vecchio, sede de la República Florentina en el siglo XV, y posteriormente palacio ducal. Su aspecto de fortaleza nos retrotrae a momentos donde era importante estar "al loro" de lo que se acercase, y preparado para su defensa. Por algo sería.

Palacio Vecchio (S.XIII-XIV)
La torre, llamada de Arnolfo por haber sido ordenada a construir por Arnolfo di Cambio, tiene sobre su coronamiento una estancia desde donde se observa la ciudad en sus cuatro lados. Eso sí, para llegar allí hay que subir cuatrocientos-y-pico escalones por una escalera que a veces se estrecha tanto que dos personas no pueden pasar sin tener que pegarse a la pared, y a la escasez de oxígeno por el propio esfuerzo, se une el olor humano del sudor propio y del japonés ese que esta mañana olvidó ponerse el desodorante correspondiente, o simplemente cambiarse a tiempo los calcetines.

Bueno, uno siempre llega a la más alta torre del más alto castillo, y desde allí vislumbra las mejores imágenes del lugar que se visita (hay que ver la manía que tiene la gente de "montarse" en los monumentos, cuando en la mayoría de los casos están hechos para ser vistos desde abajo: en fin, ¡cualquiera decía que no a mi hijo!)

Vistas de la Catedral y su entorno desde la torre del Palacio Vecchio.
Palacio Bargello y Sinagoga (al fondo) y su entorno, desde el Palacio Vecchio.
Después de semejante esfuerzo, conviene refrescarse en las aguas del Arno, aunque solo sea desde su orilla, observando el Puente Vecchio (Puente Viejo), donde se "cuelgan" diminutas tiendas que un día fueron carnicerías y pescaderías, pero que la cercanía del Palacio Pitti (que fue sede real) hizo que las convirtieran en joyerías, para evitar el olor que molestaba "A Sus Majestades" Mira tú por dónde...

Ponte Vecchio (Puente Viejo) y sus joyerías "colgantes"
No me apetece poner fotos de esas joyerías que ocupan el puente, ni de los turistas, haciéndose fotos "de glamour" junto a sus escaparates, pero sí les voy a ofrecer una imagen del Puente de la Trinitá desde uno de estos balcones.

Puente de la Trinitá, visto desde al Puente Vecchio
No lejos de allí se llega al Palacio Pitti, lugar donde se guardan grandes obras de arte, y casa que fuera de nobles, reyes y demás... ¿?... no me sale la palabra... Lo primero que llama la atención es su fachada, de grandes dimensiones, de grandes piedras, y de grandes extensiones. Esto sí que es una plaza dura, sin un arbolito o brizna de césped donde refrescar los pies... y a cuarenta grados (luego nos quejamos en Córdoba)

Plaza del Palacio Pitti... Ni un árbol, ni una flor,... y 40º C.
Dentro de él, después de pasar salas y salas hermosísimas y repletas de obras de arte, se llega a un jardín de estilo italiano, que más que refrescar, era lugar donde las chicharras chillaban hasta reventar. Bueno, las vistas, tanto del jardín como de la ciudad, merecen la pena, y con agua todo se alivia.

Jardines del Palacio Pitti
Vistas de la ciudad de Florencia desde los jardines del Palacio Pitti.
Por cierto, que las chicharras cantan distinto a las de aquí: será por lo de la ópera... :))

He dejado para el final la catedral de la ciudad, denominada Santa María del Fiore (de las Flores) Un hermoso nombre para un hermoso lugar. Una construcción del siglo XIV, con un interior muy austero, pero una cúpula que la ha hecho famosa (realizada por Brunelleschi), y una fachada forrada de mármoles de color blanco, verde y rosa, que han marcado tendencia en la ciudad en otras iglesias. Su visión es espectacular al atardecer...

Santa María di Fiori al atardecer
...y por la mañana...

Santa María di Fiori por la mañana.
... la visión de su cúpula desde su campanario (separado del templo por una calle), y que costó otros cuatrocientos-y-pico escalones, es impresionante...

Cúpula de la catedral desde el campanario.
...y frente a su fachada principal, el Baptisterio le hace competencia...

Baptisterio, frente a la fachada principal de la catedral.
La mole que compone el conjunto carece de adjetivos... ¡Qué pena que las fotos tengan unos límites!

Conjunto catedralicio al atardecer.
Es posible que quienes hayan seguido mis entradas anteriores sobre Venecia y Roma, hayan notado que en esta haya puesto más fotos y videos que en las antes dichas. Es posible, sí,... porque personalmente esta ciudad me ha recordado más a la mía; Córdoba. Y ustedes se preguntarán ¿por qué? si no se parecen. Pues se equivocan. Florencia está rodeada de una sierra de monte bajo mediterráneo, como Córdoba. A Florencia le abraza un río de colores parecidos, como a Córdoba. Florencia fue la ciudad más importante de la Península Itálica en el siglo XV, como Córdoba durante los siglos medievales en la Ibérica. En Florencia surgió el arte del Renacimiento, y en Córdoba hubo un Renacimiento cultural en el siglo X, y nació el arte andalusí. Si Florencia tiene calles y plazas anchas, Córdoba las tiene estrechas y de fachadas sencillas. El florentino tiene un carácter muy parecido al cordobés; indolente, alejado de chulerías y prepotencias romanas y de malafollás venecianas. La única diferencia es que Florencia mantiene muchas de sus obras de arte para mostrarlas al mundo, y a Córdoba se las quitaron; ¿quiénes y cuándo?, no lo voy a decir.

Me gusta la elegante Florencia porque me siento como en casa.




martes, 21 de agosto de 2012

Venecia, ¡una ciudad sin ruedas!

Gran Canal de Venecia
¿Conocen ustedes alguna ciudad en la que los peatones no crucen las calles por lugares distintos a los pasos peatonales? ¿Conocen ustedes alguna ciudad donde los semáforos no existen? ¿Conocen ustedes alguna ciudad donde los vehículos con ruedas no se vean por ningún sitio? ¿Conocen ustedes alguna ciudad donde el primer paso que das saliendo del portal de tu casa es imposible darlo, salvo con el equipo o el medio de transporte adecuado?

Yo sí; se llama Venecia, al norte de Italia, en el Veneto, y además de esto, que es posible que ocurra en otras ciudades del mundo, esta ciudad reúne en su caserío la hermosura del renacimiento y del diseño italiano, por lo que la hace especialmente especial. Su originalidad (al menos su casco histórico) es abrumadora, y es uno de esos lugares y paisajes que uno no termina de hartarse de mirar y observar.

Gran Canal de Venecia. La gran avenida de la ciudad.
Las respuestas a las preguntas del principio de mi entrada son muy simples: Los peatones pasan todos por los pasos peatonales porque allí no hay líneas de cebra pintadas en el asfalto, sino puentes, así que, o pasas por ellos o te vas al agua; los semáforos no existen porque las reglas que priman son las de la mar, o sea, el sentido común; los vehículos con ruedas no tienen sentido en una ciudad donde los puentes que cruzan las calles están formados por escaleras (malamente diseñados para personas con discapacidad móvil); y por último, muchas de las casas y palacios se asoman a los canales sin más piso fijo que el agua verdosa, y no muy limpia, que ocupa los viales y calles... si es que se pueden llamar así, por lo tanto, no se te ocurra salir de casa con los ojos pegados aún porque ese primer paso, o lo das en una barquita, o te despiertan de repente.

Una de las calles de Venecia.
Los autobuses de línea... bueno, más bien habría que decir los barcos de línea, o vaporetos, que también les llaman, tienen sus paradas flotantes a lo largo del Gran Canal, una ancha avenida (¡qué gran nombre, en este caso!) que vertebra la ciudad de norte a sur formando una "ese" invertida. Estos transportes públicos no solo son disfrutados por los miles de turistas que ocupan la ciudad, sino también por los propios venecianos, que los usan para desplazarse por una ciudad "complicada" para ir a sus puestos de trabajo, al centro de salud, al ministerio,... Aproximadamente una veintena de paradas separan la Piazzale di Roma y la Piazza di San Marco, e incluso van a las islas que rodean a la hermosa ciudad romántica.

"Parada flotante del autobús" de Ca'Doro
Pero no solo el vaporeto, o "autobús flotante", sino también ambulancias, policía, bomberos, taxis, furgonetas (?) de reparto,... hasta los típicos coches de caballos que existen en todas las ciudades son diferentes. Aquí el coche de caballos lo convertimos en... ¡góndolas!

Gondolero sacándole la pasta a unos turistas.
Como la ciudad está llena de ellos, salvo que te sobre la pasta, lo mejor es no montarse y ver las góndolas desde fuera (habitualmente montados los japoneses), porque la "multa" supone 120 Euros, y eso lo va a pagar su puñet... madre!. Además, si te cantan, tienes que darle más... ¡Pues que se vaya a la ópera!

Cosas del turistismo.

El mismo gondolero "haciendo el agosto".
Venecia está plagada de callejuelas estrechas que te retrotraen a momentos históricos de duques, hambruna, condes, epidemias, papas, control religioso, prepotencia aristocrática, lucha por sobrevivir... Pero sobre todo, hoy en mi entrada (próximamente os ofreceré otros referentes artísticos) quiero sobresaltar su carácter original de una ciudad que reposa sobre parte del mar, y que le puede. Venecia tiene los lustros contados porque la fuerza de la Naturaleza es superior, siempre, a la fuerza del ser humano. Y llegará el momento en que no habrá góndola lo suficientemente decorada para compensar la pérdida de su caserío.

Venecia: góndola turística y edificio que se hunde
Una ciudad de ensueño, una ciudad de imágenes inolvidables, una ciudad original y distinta. Visiten en cuanto puedan una ciudad donde la humedad se hace presente y donde las fotos que hagan, y los vídeos que tomen, jamás les resultarán satisfactorios, porque los sonidos, olores y sensaciones nunca son captables.

¿Y si esta ciudad tuviera asfalto en vez de agua? ¿Sería igual?


sábado, 18 de agosto de 2012

Las fuentes de Roma

Fuente de las Tortugas (Bernini, 1584)
He tenido la suerte de visitar unos días algunas de las ciudades más hermosas de la siempre impresionante Península Itálica. Venecia, Florencia y Roma han sido nuestros destinos; lugares de ensueño plagados de Historia, Arte, Gastronomía y Cultura, todo con mayúsculas, que han alimentado nuestro espíritu y satisfecho nuestra alma, en todos los sentidos, y que nos han dado conocimientos suficientes para conocer más y mejor a nuestros semejantes de lugares distantes a nuestro entorno habitual. Es decir, que nos han enriquecido con lo que ellos aportan al mundo, que no es, ni mucho menos, poco.

Por eso hoy, en este mi humilde blog, quiero compartir con todo aquel que quiera todos esos conocimientos, todas esas imágenes y todas esas sensaciones que hemos experimentado. En una palabra: que os voy a dar el coñazo. Espero que a alguien le sea satisfactorio y le anime, si no lo ha hecho aún, y si la economía se lo permite, a darse un salto a este punto del planeta que, por el carácter de sus lugareños, tan parecido a este nuestro país llamado España, se sentirá como en casa y al mismo tiempo disfrutará de imágenes y sensaciones que le transportarán a momentos de la Historia Universal como la del Imperio Romano o del Renacimiento. Supongo que, vistas las campañas gubernamentales en pos del turismo nacional, estoy siendo anti patriota pero es que parto de la base de que para mi las fronteras son solo líneas sobre un mapa, y las nacionalidades un hándicap para el enriquecimiento espiritual del ser humano. Así que quien quiera que me tache de no-patriota, que yo ya me dedicaré a buscar, siempre que pueda, culturas distintas que sigan alimentando mis conocimientos.

Fontana di Trevi (siglos XVII-XVIII)

En esta, mi entrada de hoy, quiero resaltar algo ya reconocido mundialmente, pero que a mi particularmente me ha llamado una vez más la atención (ya estuve allí hace 18 años, en mi Luna de Miel) de la siempre poco halagada eterna ciudad de Roma: su agua y sus fuentes, repartidas por toda la ciudad, ya sea para decoración, como para su uso y consumo. Agua transparente y fresca que fluye por sus siete colinas, asomándose a la ciudad por caños gruesos y ruidosos, creando formas en el aire, cayendo con fuerza. Una verdadera delicia para el transeúnte.

Son tantas las fuentes y con tan variado destino que es imposible compilar aquí todas ellas.

Quizás la más famosa, no ya de la ciudad sino del mundo entero, sea la Fontana di Trevi, la "Fuente de las Tres Calles", aunque sean más las calles que a ella confluyen. Hoy en día en restauración, pues parte de su frontal izquierdo ha notado el paso del tiempo y la desidia berlusconiana por el mantenimiento de los lugares históricos y artísticos italianos, la fuente está literalmente ocupada por un ejército de turistas que no dejan de echar monedas a la taza (obviando la cantidad de necesitados que en su camino se han cruzado pidiéndole esa misma moneda para comer), prometiendo "así?" volver algún día a Roma, siguiendo la tradición. Hasta 3.000 Euros se sacan a diario de la dicha fuente. De locos.

Dejando atrás los "daños morales colaterales", la monumental fuente barroca es una preciosidad.


Pero hay tanta variedad de fuentes en Roma, que impresiona. Fueron los antiguos gobernantes de la República y del Imperio quienes trajeron las aguas a la ciudad a través de sus acueductos, y haciendo de los puntos finales de llegada de esas aguas cristalinas lugares de recreación visual construyendo fuentes monumentales, como esta anterior de Trevi, reformada en los siglos barrocos.

Restos del Acueducto de Claudio (Foro Imperial)
Las mejores fuentes de Roma son, como no podía ser de otra manera, las monumentales. Obra en su mayoría del gran decorador barroco de la ciudad; Bernini, quien hizo suya la calle y se opuso a todo intruso, con prepotencia y soberbia. En la preciosa Plaza de Navona, antiguo Stadio de Domiziano (Circus Agonalis), el maestro levanta en el centro de la plaza la Fuente de los Cuatro Ríos (Danubio, Ganges, Nilo y Río de la Plata) A una de las figuras que Bernini coloca en la fuente el artista se deja llevar por sus sentimientos y lo crea en una postura que muestra su desprecio a la composición de la fachada de la Iglesia de Sant Agnese in Agone, realizada con anterioridad por Francesco Borromini, uno de sus competidores en la carrera artística romana.

Fuente de los Cuatro Ríos (Bernini) e Iglesia de St. Ag. in Agone (Borromini) en Pl.Navona.
En la misma plaza también se hayan dos fuentes monumentales del siglo XVI: la de Neptuno y la del Moro. El conjunto monumental, unido al lugar donde se ubica, por su historia, y al carácter bohemio que le han dado artistas de la pintura y de la música, hacen que esta plaza sea considerada una de las más hermosas.

Plaza de Navona, y sus fuentes.
Bernini insiste en decorar Roma y se inventa la Fuente de la Barcaza, en la Plaza de Spagna, frente a la Scalinata de la Trinitá dei Monti. La de cabezas que se habrán metido allí con "la caló", siempre que el guardia de seguridad no se lo impidiera con el pito zumbón.

Fuente de la Barcaza, Plaza de Spagna  (Bernini, S.XVII)

Plaza del Popolo
La gente, en la Plaza del Popolo, se agolpa alrededor de las dos fuentes bajo la sombra del obelisco de Ramsés II. El agua, fresca y cristalina hace recuperar fuerzas para seguir pateando una ciudad inacabable.

Hasta las gaviotas se meten tierra adentro para disfrutar del agua romana, y de paso, hacer una pose para la galería.

Plaza de la Colonna
En la Plaza de San Pedro, un par de fuentes ayudan a guardar la cola.

Plaza de San Pedro
Hay fuentes que parecen bañeras, y dan ganas de meterse...
Plaza Farnese
...Otras merecen un respeto, nada más verlas. ¿Y si me acerco y me saca una lengua larga que me atrapa?...
Fuente de Mascherone
En el barrio del Trastevere ("Tras el río Tíber") también hay fuentes con agua abundante que retumba en las tazas, y dan frescor. Toda la ciudad disfruta de este sonido tan atractivo.

Plaza de Santa María in Trastevere
Bernini insiste en decorar la ciudad, y se saca de la manga una fuente que la lleva hacia las afueras del límite de la ciudad de entonces, y crea la Fuente del Tritón.

Fuente del Tritón, en Plaza de Barberini.
Agua y fuentes, fuentes con agua, clara y fresca. En Roma nunca se muere uno de sed, porque siempre hay un lugar de donde brota el agua, y si está hermoseado, mejor. Casi parece que así sabe mejor el agua.

Villa Borghese
¿Y si yo les digo ahora que la mejor fuente fue esta que a continuación les enseño? Fue la que mejor nos refrescó los pies, después de kilómetros de patear calles y del calor italiano, que también lo hay. La que llenó nuestras botellas de agua fresca, que se deslizó por nuestro cabello quemado por el sol, y empapó nuestras camisetas con "Yo amo Roma" en el frontal. Esta fuente, que de monumental no tiene nada, si nos trajo la misma agua cristalina que todo ser humano agradece. Así que: ¡Viva la fuente de...! Pónganle ustedes el nombre, pues yo no me atrevo.
Via Monte Savello.


viernes, 3 de agosto de 2012

¿Sirven para algo los políticos?


En mi opinión, la respuesta es, sin duda: SÍ.

La desastrosa situación que estamos viviendo en los últimos años nos está haciendo olvidar la importancia que los políticos tienen en la gestión de los recursos del Estado y que supone que nuestra vida lleve una dirección u otra en función de los resultados de su trabajo. La necesidad de su existencia es inequívoca, pues, de otro modo, los poderes de decisión quedarían en manos de personas o instituciones relacionadas más con intereses personales o grupos acaparadores de la indiscutible "verdad", que con las necesidades que realmente tiene el grueso de población que compone una comunidad concreta; ya sea a nivel continental, nacional, regional, comarcal o local.

Es lógico que en momentos tan tensos pidamos respuestas a quienes (afortunadamente) votamos libremente y dimos nuestro consentimiento para la toma de decisiones que influyen directamente en nuestras vidas, como también es lógico que les culpemos de nuestras desgracias incluso llegando a solicitar de la justicia las penas que le correspondan, como una especie de venganza enrabietada que reponga nuestro honor y dignidad. Ese honor y dignidad que siempre el pueblo merece.


Pero de ahí a pedir la abolición de la política o generalizar la aberración de los políticos, va un tramo. En ningún caso debemos permitir que un colectivo padezca las consecuencias que una minoría dentro de ese colectivo provoque, porque si así fuera estaríamos condenando a esa parte, habitualmente y mayoritariamente legal, a sufrir unas consecuencias que no se merecen y a ser chivos expiatorios de la moralidad general de la comunidad en cuestión. Una especie de saco de trapo donde todo el mundo da golpes para liberar su frustración. Y eso sería tan injusto...

Esto vale para cualquier colectivo, llámese como se llame o se haga llamar, incluidos los políticos.

Yo siempre he dicho que ser político es muy difícil, y en muchos casos cuando lo he comentado, he notado cierta sorna e incredulidad, pero ciertamente así lo creo. Analizando las presiones a las que está sometido un político con cargos de responsabilidad a uno se le quitan las ganas de dedicarse a esto:

1.- Presión del pueblo al que representa: Con unas necesidades y unas ganas de mejorar. Muchos de ellos pensando más en su entorno que en la comunidad. Unos con razón, otros no.

2.- Presión ideológica de su partido: Con unos cánones establecidos que no se puede saltar.

3.- Presión económica: Aunque quieras hacer mucho, no vas a poder porque no tienes dinero. O machacas al punto 1, o machacas al punto 2... O machacas al punto 4...!!!!

4.- Presión de los poderes verdaderos (quienes tienen el dinero; eso que llaman los mercados): Estás muerto, tú y tu comunidad. O haces lo que ellos dicen, o te vas ¡al carajo! O...


No. No quiero estar en su pellejo.

Puede parecer que estoy hoy aquí defendiendo a esos politicuchos que han aprovechado su situación privilegiada para enriquecerse o para darse un baño de oro en sus vidas a costa de los recursos del Estado, o sean, de todos nosotros. Espero que no se me entienda así, sino más bien lo contrario. Prefiero pensar en esos alcaldes que a las tres de la mañana aún se encuentran en su pequeño despacho de la plaza de un pueblecito recóndito, dándole vueltas a los números para cuadrar el contrato de una persona más del pueblo que se dedique a cuidar el jardín de la placita principal y de los doce naranjos que se han plantado en la Calle Mayor, sin que repercuta en el resto de cuatrocientos cincuenta y tres vecinos; del Concejal de Cultura que lleva días dándole vueltas a la cabeza para poder traer a su ciudad una exposición de ese pintor aún desconocido en un local que aún no dispone y que sea del agrado de todos; al de Urbanismo, que se queda casi extasiado mirando el vaso de plástico de la máquina del café pensando en si sería mejor poner un jardín para el disfrute de todos en ese terreno que le ha donado al Ayuntamiento la Constructora Fulanita, (a cambio de...) en vez de venderlo a otra Constructora, la Zutanita, para que monte una torre de ochenta y cinco metros...

... A ese Presidente de la Comunidad, absorto, observando las estrellas, creyendo en el trabajo de sus conciudadanos,... al Presidente del Gobierno de cualquier país viéndose a sí mismo besándole los pies a un mendigo que se le ha cruzado,... al Jefe del Estado de cualquier planeta subiendo los "escalones de la gloria" besando el suelo que su Dios le ha dado... Todo es posible.

Los políticos son necesarios. Los políticos que hemos elegido libre y democráticamente, gracias al Pueblo y a su tesón. A pesar de otros que han manchado su nombre con la palabra "corrupción". A estos, ni agua.

Lo importante es saber elegir bien, y para eso, a mi entender (habrá, por supuesto, otras formas de entender que yo respeto) lo que debemos exigir a nuestros políticos son los siguientes diez mandamientos:

1- HONESTIDAD: El dinero que se maneja pertenece a la comunidad y no es mío (es muy fácil, al final, con tesón, se entiende... supongo)
2- TRABAJO: Debo estar disponible los 365 días del año y las 24 horas del día. Si no, mejor no hacerse político.
3- TRANSPARENCIA: Que todos sepan en qué nos estamos gastando el dinero y cuánto, incluso el mío propio.
4- ESCUCHAR: Para gobernar a una comunidad lo primero es escucharles; su quejas, sus necesidades, sus miedos, sus ilusiones,... Lo mejor: organizarlos para que puedan alzar su voz, y así habré de hacerlo.
5- PREPARACIÓN: No es necesario tener una carrera, pero sí debo estar listo para salir al paso de críticas y de alabanzas. Un político no tiene derecho a ser vanidoso porque siempre, en el fondo, hay una parte de engaño.
6- HUMILDAD: Debo pensar en todo momento que se me ha elegido para servir a los demás, nunca para servirme de ellos. Mi comunidad es siempre lo primero, antes de ideologías políticas y religiosas.
7- PLURALIDAD: A pesar de mi ideología, tengo que pensar que hay muchos en la comunidad que gobierno que no lo hacen igual que yo, y por lo tanto tendré que tenerlos en cuenta. La mejor democracia es la que sabe defender a las minorías.
8- JUSTICIA: La Justicia es un medio, y no un fin. Tengo que luchar para que la Justicia sea una herramienta para comprender y recuperar, y no para vengar.
9- TESÓN: Nunca perderé la fuerza, y si así fuera, seré lo suficientemente humilde como para que mis conciudadanos lo sepan y estaré dispuesto a lo que ellos digan, antes que a quienes se saben poderosos.
10- COMUNIDAD: Amaré a mi comunidad ante todas las ideologías, y ellas serán las primeras en el reino de mi despacho.


No. Me niego a ser político.

Pero no olvidemos nunca los años que nos costó poder elegir a quienes nos gobiernan, y seamos conscientes de que las ideologías pueden ser los medios, pero no siempre los fines. Los políticos sirven para mucho, siempre que elijamos bien.

Aquel que nos gobierne lo debe tener en cuenta, y nosotros tenemos la potestad democrática para exigirles que trabajen para el pueblo, la comunidad, y nunca nos vendan. Y si no, que no se hubieran hecho políticos.

Como yo.