sábado, 17 de diciembre de 2016

Conociendo Córdoba...y 6. Fuera del Casco Histórico y algo del Término Municipal.

Término Municipal de Córdoba (modificación sobre Google Earth)
INTRODUCCIÓN A LA SERIE:

La serie "Conociendo Córdoba" la componen varios artículos que describen el urbanismo, el caserío y los hitos que uno se puede encontrar paseando por las calles y plazas de esta milenaria ciudad. No se trata de una guía turística propiamente dicha, y de hecho, no está dirigida al turista en sí, a quien emplazo, por otro lado, a contactar con agentes y empresas profesionalizadas del sector, que le darán más cumplida información que esta que aquí se encuentra; sino más bien a aquellos autóctonos y residentes que suelen "pasear y pasar" por estas calles sin detenerse a contemplar con más detenimiento y con más curiosidad el entorno que les rodea. He pretendido dar una información muy sucinta, simplemente interesante, para no caer en la pesadez del exceso de datos, para lo cual procuro colocar algún enlace que lo complete, si el lector considera oportuno. Para un mejor desarrollo de los paseos o rutas, he cuarteado el recinto histórico de la ciudad en tantos cuarteles como paseos he considerado para una mejor comprensión, siendo cada uno de ellos una ruta "circular" con inicio y fin en el mismo punto. Por último, me he permitido la osadía de clasificar con una estrella (*) algunos lugares o sitios concretos donde he creído que merece la pena llamar la atención del lector por su importancia histórica o artística, y siempre bajo mi propio criterio, que no deja de ser un criterio más dentro del mundo de los gustos. No trae esta serie de artículos nada nuevo de lo que ya se conoce, pero pretende ser una herramienta útil y práctica para un mejor conocimiento del entorno histórico-artístico que compone el enorme "casco viejo" de esta ciudad mía, y suya. Espero que les guste.

Capítulo 1: Al-Ándalus, Sefarad y Castilla.
Capítulo 2: La zona comercial medieval.
Capítulo 3: Colonia Patricia; del anfiteatro al circo.
Capítulo 4: El Trascastillo y al norte de la castiza Axerquía
Capítulo 5: Santiago, el barrio mozárabe y al-Mugira.

INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO 6:

Finaliza la serie con un repaso a parte de los lugares que rodean al Casco Histórico de esta bimilenaria ciudad, y que se encuadran dentro de su término municipal. Es este uno de los mayores de España, en cuanto a extensión física, con 1.252 km2, siendo el segundo de Andalucía, tras el de Jerez de la Frontera (Cádiz), y muy posiblemente consecuencia de la extensa tenencia de tierras de los grandes propietarios, tan arraigada esta costumbre en la zona sur peninsular desde época feudal hasta el mismo momento en que estas líneas se bosquejan. En este capítulo es imposible seguir la ruta a pie, ni siquiera en vehículo de ruedas, ya por lo abrupto de los lugares (sierra, valle y campiña), ya por los largos recorridos que ello conllevaría, por lo que habremos de tirar de imaginación mediante un vuelo de pájaro o dosificar la visita en varias jornadas. Debo explicar que he realizado una selección de lugares siguiendo mis propios gustos y criterio, lo cual quiere decir que, ni tienen por qué ser los más atractivos, ni por supuesto los únicos. Debo reconocer que me dejo aparte atractivas construcciones modernas y contemporáneas que merecerían, al menos, una reseña, pero el espacio apremia, así como mis prioridades. A continuación les adjunto dos enlaces donde pueden obtener más y mejor información sobre el tema, con más detalles y mejor explicados; les invito a que se sumerjan en sus artículos perfectamente ordenados y clasificados. En cualquier caso, espero que el capítulo final de esta serie les sea de provecho o, al menos, les agrade, lo cual para mí habrá sido un gran logro y un honor.

http://www.adesalambrar.com/
http://notascordobesas.blogspot.com.es/

... y 6.- FUERA DEL CASCO HISTÓRICO Y ALGO DEL TÉRMINO MUNICIPAL.

Muy probablemente, y con toda la razón del mundo, llame la atención al lector que empiece el capítulo haciendo referencia a un lugar que no pertenece al término municipal qurtubí, como es el Castillo de Almodóvar del Río, una preciosa fortaleza, considerado uno de los castillos mejor conservados del país, y en una hermosa población de blanco caserío que dista de la capital 24 kilómetros. Pero es que aquel, posado sobre un cerro rodeado de planicies, así como el pueblo, la Carbula romana, y que se extiende a su falda, son parte del horizonte de la ciudad cordobesa, pues desde muchos puntos de esta se puede observar su silueta, sin necesidad de que el cielo tenga una especial claridad. Desde allí suelen llegar las nubes de lluvia a la capital, y su perfil se muestra como un magnífico fondo de escenario de los espectaculares atardereces del valle, con despejados cielos rosados y anaranjados.

Valle del Guadalquivir desde Madinat al-Zahra con el Castillo de Almodóvar al fondo.
Iniciando la ruta, ya dentro del término municipal cordobés, hacia levante, habremos de desviarnos un poco hacia el norte para encontrar una explotación agrícola y ganadera que mantiene en su perímetro los restos de una de las muchas almunias (lo equivalente a los actuales cortijos, más o menos) que existían en época andalusí en todo el valle del Wad el-Kebir, el río grande. Se trata de la conocida almunia de Al-Rummaniya, de época califal, y que fue del tesorero del califa, Durri el Chico. Consta de cuatro terrazas, siendo tres para jardines y huertas, y la cuarta, que es la superior, para las construcciones. En ella destaca una gran alberca que estuvo perimetrada por una galería, cuyo lado sur lo ocupaba un pabellón con vistas a ambos lados.

Alberca de la almunia de Al-Rummaniya (Siglo X)
A menos de dos kilómetros desde aquí hacia el este se encuentra la ciudad palatina de Madinat al-Zahra (*), sede principal del califa de Al-ándalus, comenzada a construir por Abd al-Rahman III en el año 940 como demostración de poder y símbolo estatal, siguiendo la tradición omeya de creación de nuevas ciudades con propósitos imperialistas.

Puerta oriental del Alcázar de Madinat al-Zahra (Siglo X)
Del total del yacimiento solo se encuentra excavado y puesto en valor el 10% del total, lo que explica la importancia del mismo, no solamente por su magnitud, sino también por tratarse de la única ciudad medieval de origen islámico en Europa. En ella se desarrolló el denominado arte emiral-califal que se dio a conocer, como sello propagandístico propio, en todo el mundo entonces conocido, destacando la decoración de placas de ataurique en las paredes, los capiteles de nido de avispa, o la decoración verde y manganeso de su cerámica, entre otras cosas.

Capitel de nido de avispa y decoración de placas de ataurique (Salón de Abd al-Rahman, o Salón Rico)
Para hablar de Madinat al-Zahra se necesita mucho más espacio que del que aquí se dispone, por lo que me limitaré a comentar que es muy conveniente hacer una o más visitas al yacimiento, así como a su museo, para llevarse una idea clara de su importancia histórica y artística.

Puerta de entrada a la Casa de Yaffar.
La influencia de esta ciudad en su entorno fue muy importante, pues a ella tuvieron que llevar calzadas, montar puentes, traer agua... Precisamente algo más al norte de ella, ya en plena sierra, se encuentran los atractivos restos de uno de los acueductos que los omeyas rehabilitaron, pues fueron construidos por los romanos, para su uso. El Acueducto de Valdepuentes se muestra en esta zona con varios arcos para evitar una hondonada que allí se forma, y algo más adelante se introduce bajo tierra. Luego, una vez pasado el Alcázar de Madinat al-Zahra, lo transforman en cloaca y continúa dirección sur.
Acueducto de Valdepuentes (foto de wikimapia.org)

Acueducto de Valdepuentes, ya convertido en cloaca (Madinat al-Zahra)
Cuando la nueva ciudad califal quedó abandonada, se convirtió en una cantera "milagrosa", con las piedras ya talladas, y quienes la saquean dejan afortunadamente la decoración in situ, lo que está facilitando su reconstrucción. Fue precisamente con estas "milagrosas" piedras con las que se construyó el cercano Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso (*), el gran desconocido de Córdoba por ser de propiedad privada. Asentado dentro de un hermoso lugar rodeado de árboles, destaca desde la lejanía por su imponente fachada y la torre, con su cuerpo superior girado, obra de Hernán Ruiz el Joven.

Monasterio de San Jerónimo (S. XV) y su entorno.
El edificio fue comenzado en 1440, y tiene reformas hasta el siglo XVIII. Destaca la iglesia, con interior barroco y portada gótico-renacentista, en estado de ruina consolidada, la sala capitular y la celda del prior, con bóveda de crucería gótica, el refectorio y otras dependencias, pero sobre todo el magnífico claustro gótico (*) único en Córdoba. Se trata de un cuadrado regular al que sobresalen los contrafuertes, y arcos apuntados en el primer piso, con galería de bóvedas de crucería adornadas con motivos vegetales, y en el segundo piso arcos de medio punto con antepechos de trifolios apuntados y arquillos conopiales.

Claustro del Monasterio de San Jerónimo (S. XV)
Volamos ahora en dirección sureste hasta el Cortijo del Alcaide, donde nos vamos a encontrar con otras dos consecuencias de la construcción de Madinat al-Zahra. Por un lado el Puente del Camino de las Almunias, llamado así por situarse a ambos lados de él las mejores almunias de los personajes más influyentes de la ciudad, y que conectaba el Alcázar de Córdoba con el de la nueva ciudad califal. El puente en sí es de un solo ojo, construido a soga y tizón y en su tiempo tuvo hasta ocho metros de anchura, la misma que el propio camino. La otra no está lejos de allí, y se trata de la conocida como Alberca de María Ruiz, o lo que es lo mismo, la Almunia de al-Naura. La construcción tiene unos arcos entrecruzados de un cierto estilo estético.

Puente del Camino de las Almunias.
Está cada vez más extendida la idea de que toda esta zona estuviera más macizada de construcciones de lo que en principio se esperaba, sobre todo después del descubrimiento (y posterior canalla destrucción) de los restos de arrabales en toda la fachada oeste de la actual ciudad cordobesa. Barrios completos con sus calles delineadas, sus cementerios y, por supuesto, con sus mezquitas, como esta cuyos restos se encuentran a un par de kilómetros hacia el noreste. La conocida como Mezquita de Fontanar, situada junto a las instalaciones deportivas del mismo nombre, se trata de una mezquita de barrio, con tres naves. Sus restos arqueológicos esperan su puesta en valor.

Restos arqueológicos de la Mezquita de Fontanar (foto de Google Earth)
Unos metros más hacia el norte continuaban los restos del que fue uno de los arrabales más extensos de la zona, excavados en el año 2010, y que ya he comentado que fueron sistemáticamente destruidos. Como muestra, tan solo han dejado una almunia que se asienta sobre la plataforma que hace de túnel sobre la Ronda de Poniente, y que al día de hoy no está puesta en valor, ni es posible su visita pues se halla cubierta de tierra sembrada de jaramagos. Valga esta pequeña referencia para aportar un granito de arena que permita que no acabe en el olvido.

Almunia de poniente (Foto www.diariocordoba.com)
Aspecto actual (08/12/16) de la almunia supuestamente mantenida, cubierta de jaramagos.
Mínima representación de los restos del arrabal de poniente, aún vivos (08/12/16) en lista de espera para su destrucción. Al fondo, el antiguo silo.
Una gran mayoría de las piezas que se obtienen de yacimientos arqueológicos en la ciudad, que no son pocos, van a parar a nuestro próximo destino, a escasos seiscientos metros hacia el norte en línea recta. Se trata del edificio del antiguo Silo, hoy en día almacén arqueológico. Comenzado a construir en 1943, es de estilo neomudéjar y racionalista, y tiene 48 metros de altura, siendo por lo tanto uno de los edificios más altos de la ciudad.

Silo Municipal (1943), actual almacén arqueológico.
A unos dos kilómetros más hacia el norte, a la falda de las montañas, en el Barrio del Brillante, se alza el Parador Nacional de la Arruzafa, construido en los años 50 del siglo XX en el espacio que ocupara el antiguo Convento de San Francisco de la Arruzafa, del que quedan algunos restos, como su portada, alguna cueva y un aljibe andalusí. Se supone que fue aquí donde mandó construir su palacio el emir Abd al-Rahmán I en el siglo VIII, y donde por primera vez en Europa se plantó una palmera, que aquel mandó traer desde Siria.

Restos de la portada del Convento de San Francisco, en la Arruzafa.
Sin embargo, hay una versión, concretamente del historiador Antonio Arjona, que dice que el palacio que Abd al-Rahman se construyó está bajo tierra en lo que hoy conocemos como el yacimiento de Turruñuelos, que está aún sin tocar en espera de un proyecto arqueológico serio y con presupuesto. También se habla de que este yacimiento corresponde al palacio de Almanzor, o al cuartel general del ejército califal. En cualquier caso, nada sabremos hasta que no haya una intervención completa. Sus dimensiones, que se pueden adivinar a vista de pájaro, son lo suficientemente grandes como para pensar que, sea lo que sea, tiene que ser algo de importancia.

Yacimiento de Turruñuelos desde el aire (Google Earth, sacada de puertadeosario.blogspot.com)
De la puerta oeste de este edificio enterrado, se adivina desde las alturas la salida de un camino recto que toma dirección poniente hacia Madinat al-Zahra. Este camino, conocido como Camino de los Nogales, está relacionado con el abastecimiento de la ciudad palatina, tanto de vituallas como de tropas, y siguiéndolo, a unos 1.500 metros, se encuentra el precisamente llamado Puente de los Nogales, por supuesto de época califal, que salva el arroyo del mismo nombre. A pesar de haber sido expoliado hasta épocas muy recientes, aún mantiene parte de los 8 metros de anchura que llegó a tener su estructura, de la que destacan los tres arcos y pilas de apoyo.

Puente de los Nogales (siglo X)
A la falda de la sierra, dirección noreste desde el Puente de los Nogales, se levanta entre restos antiguos y restauraciones modernas, el Castillo de la Albayda, hoy un restaurante. El origen es una fortificación del siglo VIII que dominaba el camino que sube a Trassierra, y su nombre significa "fortaleza blanca". Se convierte en castillo al ser donado por el rey Fernando III, tras la conquista de la ciudad en 1236 a Juan de Funes. Actualmente se conservan en él restos de diferentes épocas en sus paramentos y estructuras, tanto medievales como de época moderna, combinado con restauraciones contemporáneas.

Castillo de la Albayda (foto de www.carmencatering.com)
Castillo de la Albayda
Cerca de aquí, y pegado a la montaña, se encuentra un curioso lugar, tan desconocido como interesante, incluso espectacular. Se trata de las Canteras de la Albayda, usada para la construcción de muchos de los edificios de la ciudad desde la época altomedieval, especialmente para levantar Madinat al-Zahra. Es una cantera compuesta por una piedra calcarenita, formada por los sedimentos costeros de cuando las olas del Mar de Tetis (que aquí se llamó Paratetis) chocaban contra la parte sur de la actual Sierra Morena, y en la que aún se encuentran restos de moluscos de hace más de 30 millones de años. Los diferentes estratos sedimentarios se observan a simple vista en las paredes verticales que nos han llegado. Actualmente la zona está tomada por la vegetación, lo que la hace más enigmática y atractiva.

Una de las Canteras de la Albayda
Ya dentro de la falda de la sierra, la Huerta de los Arcos, situada al norte del conocido barrio de El Brillante, es una construcción del siglo XIX, de estilo neomudéjar, compuesto por un pabellón con porche central con arcos de herradura decorados con atauriques, todo dentro de un estilo estético andalusí. Está rodeada de jardines y grutas, y en 1877 fue lugar de reposo del rey Alfonso XII durante sus vacaciones veraniegas.

Acceso a la Huerta de los Arcos.

Portico principal de la Huerta de los Arcos (foto de notascordobesas.blogspot.com)
Algo más hacia el oeste, posado sobre el Cerro de la Cárcel, se halla el conjunto arquitectónico del Eremitorio o Desierto de Nuestra Señora de Belén, conocido popularmente como Las Ermitas de Córdoba, que procede de la época del Obispo Osio, en el siglo III, pero que lo que actualmente nos ha llegado es obrado principalmente a partir del siglo XVII. Destacan las trece pequeñas ermitas de 1709 compuestas por distribuidor, cocina y dormitorio, cubierta a dos aguas y remate de espadaña, que se reparten por el terreno, y que servían para la retirada de los ermitaños, y la iglesia, de 1733, con una nave de bóveda de cañón con lunetos, crucero con cúpula semiesférica y cabecera rectangular, tras la que está la sala capitular, de 1908. En el extraordinario mirador al borde del cerro se encuentra el Monumento del Sagrado Corazón de Jesús, obra de Lorenzo Coullant Valera (1929) y el conocido como Sillón del Obispo, de piedra, desde donde se observa una hermosa panorámica de toda la ciudad, el valle, la campiña y parte de las provincias al sur de la cordobesa, pudiéndose ver incluso las montañas de Jaén y Sierra Nevada en los días más claros.

Ermita de la Magdalena, una de las trece del recinto del Eremitorio.
Sagrado Corazón de Jesús (Coullant Valera, 1929)
A este lugar solían llegar en peregrinación, en busca de comida mucha gente necesitada, que era alimentada por los propios ermitaños. Las famosas habas de Las Ermitas, hoy convertido en fiesta conmemorativa popular anual, es un ejemplo de lo que pasaba. Por ese motivo, en los alrededores existen lugares como oquedades y cuevas que sirvieron de habitación a los pobres que subían o bajaban de este lugar. Dos ejemplos de ello son la Cueva de los Pobres o la Cueva de la Peña Melaria, que incluso tienen labrados lugares para asiento u hornacinas para santos. Sobre esta última cueva se supone que estuvo el monasterio mozárabe de San Salvador de Peña Melaria del siglo IX.

Cueva de Peña Melaria
Restos de construcciones sobre la Cueva de Peña Melaria.
Casi a tiro de piedra de allí existe una cantera de la denominada piedra de mina cordobesa, o piedra negra cordobesa, que es otro de esos lugares casi exóticos que abundan en la parte qurtubí de nuestra Sierra Morena. En este lugar se sacó durante cientos de años esa piedra de color grisáceo de diversas tonalidades que aún se puede ver en el escalón de entrada al zaguán de las casas antiguas, en especial las del Casco Histórico. Es el conocido como el Rodadero de los Lobos, una denominación que es una incógnita (hay quien señala que es llamado así por ser el lugar donde acorralaban a los lobos para matarlos) Está compuesto por un lugar de forma ovalada, con entrada y salida estrecha en sus lados menores, creado por la mano del hombre al ser usado como cantera. Desde la ciudad es perfectamente localizable por el aspecto erosionado que presenta la loma donde se sitúa, aunque en realidad no es la erosión la que forma esa marca pelada en la montaña, sino el haber sido usada como escombrera de los restos de piedra inutilizados. Desde este hermoso, y a la vez extraño lugar, las vistas de la ciudad, el valle y la campiña son espectaculares.


El Rodadero de los Lobos, desde el valle.

El Rodadero de los Lobos.
Kilómetro y medio hacia el suroeste se encuentra la Torre de las Siete Esquinas, una pequeña construcción que domina los caminos de alrededor, y desde la que también se ve toda la ciudad y muchos más kilómetros hacia el sur. Construida alrededor del año 858, parece ser que para que no se volviese a construir el Monasterio de San Salvador de Peña Melaria, del que antes hablamos, y destruido por aquella fecha, tiene, a pesar de su nombre, ocho lados, y el interior es cuadrado. A unos 350 metros hacia el oeste, subiendo una pendiente, se llega al Mirador de las Niñas, desde donde continúan las vistas espectaculares, esta vez a un nivel más alto.

Torre de las Siete Esquinas (Siglo IX)
Vista parcial del Valle del Guadalquivir desde el Mirador de las Niñas.
A unos cuatro kilómetros desde aquí hacia el noroeste, ya bien introducidos en la Sierra de Córdoba, se encuentra la medieval aldea de Santa María de Trassierra, donde nació en 1467 Beatriz Enríquez de Arana, amante de Cristóbal Colón, y madre del hijo de ambos, Hernando Colón. Además de los hermosos lugares de sierra e hitos que se encuentran cercanos a esta aldea, como los Baños de Popea, el Arroyo del Bejarano o la califal Fuente del Elefante, del siglo X, dentro de la población también se halla su interesante parroquia, del siglo XV. De ella destacan dos portadas góticas, el artesonado mudéjar y los arcos de herradura apuntados y enmarcados por alfiz que separan las naves del templo.

Baños de Popea, en Trassierra (foto de www.cordobaanfitriona.com)
Entorno de Trassierra (foto de Carmen Fuerte Carrillo)

Iglesia de Santa María de Trassierra, siglo XV (foto de www.iaph.es)
Otra construcción religiosa en plena sierra cordobesa se sitúa a unos 9 km hacia el este desde aquí. El Santuario de Santo Domingo de Scalacoeli, lugar de celebración de la romería que lleva su nombre, fue fundado en 1423 por el santo católico Álvaro de Córdoba, que está enterrado en la iglesia. Esta fue acabada de construir en 1442, pero todo fue reconstruido en el siglo XVI y posteriormente en el XVIII, que es lo que nos ha llegado. Destacan las pinturas murales barrocas y el retablo sin policromar.

Santuario de Santo Domingo de Scala Coeli.

A unos siete kilómetros al norte, la Barriada de Cerro Muriano (*) es compartida con el municipio de Obejo. En ella, además de un privilegiado entorno de bosque mediterráneo, se pueden admirar restos de su pasado minero desde la época de la Bética romana hasta el primer tercio del siglo XX, lo que hace del lugar un sitio histórico muy interesante. El Museo del Cobre está en lo que fuera el cuartel de la Guardia Civil y en él se ven restos del yacimiento romano del Cerro de la Coja. También romano, en el propio cerro, se encuentran marcadas unas termas tapadas con tierra por falta de presupuesto, y un aljibe que fue vivienda de Filomena Díaz, "La Coja". Las minas de más de 2000 años se reparten por la localidad, así como los pozos, y de entre todo destacan los restos de la Córdoba Copper Company, la empresa que explotó las minas entre el siglo XIX y el XX, y que graciosamente se le conoce como el Machu Pichu de Córdoba, por sus restos pétreos aterrazados que hacen recordar a aquel extraordinario yacimiento precolombino peruano. La Piedra Horadada, conocida como el Beso de los Leones, no se sabe a ciencia cierta si es un capricho de la naturaleza, o se trata de algún moldeado por parte del hombre. En cualquier caso, se ha convertido en un símbolo de la localidad.

Restos de la Córdoba Copper Company (Cerro Muriano)
La Piedra Horadada (Cerro Muriano)
Hacia el sur de nuevo, otros seis kilómetros y medio aproximadamente, desviando algo hacia levante, otro templo de celebración de romería se asoma entre el bosque. Se trata del Santuario de Linares, fundado por el rey Fernando III de Castilla en el siglo XIII, tras la conquista de Córdoba, entonces Qurtuba. La iglesia se adosa a una torre-atalaya almenada de época andalusí, que sobresale en altura y que hace la función interior de cabecera de altar al encontrarse en ella el camarín para la imagen que allí colocara, supuestamente, el rey en el asedio a la ciudad. El resto del conjunto es de decoración barroca, salvo los arcos de la hospedería anexa, que se pueden fechar en el siglo XV.

Santuario de Linares
A unos dos kilómetros hacia el sur, dirección Córdoba por la carretera que la une a ella desde el santuario, se encuentran otras canteras que fueron utilizadas desde la época de la Bética romana para la construcción de edificios en la ciudad. Hoy en día es parte del Restaurante Cuevas Romanas, y las canteras están integradas en él con un coqueto jardín delantero, y las estancias que se han formado con el paso de los siglos se usan como salones para celebraciones.

Las Cuevas Romanas.
Otros dos kilómetros más hacia el sur, tocando ya los límites de la actual ciudad, detrás de las cocheras de los autobuses de línea, encontramos afortunadamente aún en pie el Puente Romano del Arroyo Pedroches. Su planta traza un peculiar zig-zag para amoldarse al terreno, y consta de tres arcos, siendo original del siglo I el central, con bóveda de medio punto con dovelas engatilladas, y reconstruidos los laterales en época califal, con dovelas árabes peraltadas. Por el occidental pasa el acueducto Aqua Nova Domitiana Augusta, cuyos restos se encuentran esparcidos por la sierra, aguas arriba del arroyo.

Puente Romano Arroyo de Pedroches (Siglo I)
Plataforma del Puente Romano sobre el Arroyo de Pedroches
Seguimos sumando kilómetros, y tres de ellos más hacia levante vamos a encontrarnos con los edificios que conforman lo que fue fundado como Universidad Laboral, un proyecto de 1952, y que hoy usa sus instalaciones parte de la Universidad de Córdoba (UCO), que reparte sus facultades por distintos puntos de la ciudad. Su estética, en plena dictadura franquista, se basa en la grandilocuencia del racionalismo italiano, y cabrían destacar en esta línea los edificios del Paraninfo, con escalinata y altos pilares, el teatro griego, que hace referencia a la cultura antigua europea, y la iglesia, hoy felizmente usada como Salón de Actos Juan XXIII, de planta triangular, con una gran cúpula de hormigón y la esbelta torre de planta cruciforme. El recinto se ha ido ampliando y reformando con construcciones ya alejadas de la pedagógica monumentalidad fascista de sus inicios.

Iglesia de la Universidad Laboral, hoy Salón de Actos Juan XXIII.

Paraninfo de la UCO (edificio de gobierno)
Dirección levante, a unos cinco kilómetros, la Barriada de Alcolea existía ya en tiempos de la Bética romana, incluso hay constancia de la existencia anterior con el Dolmen del Montón de la Tierra, perteneciente a la Edad del Cobre. El conocido como Puente de Alcolea, una monumental pasarela sobre el Guadalquivir construida en 1792, fue escenario de dos importantes batallas en el siglo XIX: la de junio de 1808, en la Guerra de la Independencia contra los franceses, y la de septiembre de 1868, en la Revolución de La Gloriosa para derrocar a la reina Isabel II. Un monolito en el petril así lo recuerda.

Parte del Puente de Alcolea (1792)
Monumento de las batallas del Puente de Alcolea
Dos kilómetros y medio hacia poniente, de vuelta a Córdoba, pero esta vez en la orilla izquierda del Guadalquivir, rodeado de un impresionante sembrado que prácticamente lo aísla, se levanta aún soberbio sobre un otero el Castillo de la Isabela, construido en 1871 por el Conde de Torres Cabrera, en un estilo historicista neoclásico. Actualmente está abandonado y peligra su existencia. Destacan sus torres y semi-torres de las esquinas.

Castillo de la Isabela (1871) aún en pie (29/10/16)
Seguimos regresando a la ciudad, hacia el oeste, y tomando como referencia el mismo Guadalquivir, porque a poco más de seis kilómetros, y sobando las aguas del río, se sitúa el Molino de Lope García, uno más de los tantos que existen en esta ciudad. De procedencia andalusí, de esa época nada queda, y lo que hoy vemos corresponde a la reconstrucción que el arquitecto Amadeo Rodríguez realiza en el año 1877.

Molino de Lope García (notascordobesas.blogspot.com)
Solo 800 metros aguas más abajo, otro de los molinos ha quedado más apartado del agua con el paso de los años. Se trata del Molino de Carbonell, construido en 1834 sobre otro existente desde la época medieval.

Molino de Carbonell
Ni dos kilómetros separan este molino de nuestro siguiente destino, siempre en línea recta. Vamos a ir a parar a un lugar de descanso eterno: el Cementerio de San Rafael. Acabado en 1835, y ampliado posteriormente, sobresale el patio central porticado, que es la parte más antigua, con sus arcos de medio punto. En él destaca el mausoleo de Julio Romero de Torres, de 1931, con estética clásica y paleocristiana, y el denominado Muro de la Memoria, dedicado a las personas que fueron asesinadas por la represión franquista (1936-1975)

Cementerio de San Rafael (foto de cordobapedia)
Muro de la Memoria del Cementerio de San Rafael (foto de cordobapedia)
Al noroeste, a unos dos kilómetros, a escasos 600 metros de la Torre de la Malmuerta, aún se conservan, afortunadamente, parte de los restos de una magnífica edificación de época romana, de principios del siglo IV, conocida como la Villa de Santa Rosa (*), descubierta en el año 2003 en el barrio de ese nombre. Aunque su puesta en valor podría haber sido más acertada, sobre todo más abierta al pueblo, la verdad es que es una intervención que al menos no destruye lo encontrado, como en otros lugares de esta ciudad.

Esta villae romana ha resultado ser de una suntuosidad especial. Destacan varias estancias, salas y espacios como los dos peristilos o patios interiores, el tablinum o sala de estar cercana al peristilo, el espectacular triclinium absidiado o comedor, y otros cubiculum o estancias, decoradas con mosaicos y bien proporcionadas.

Peristilo de la villae romana de Santa Rosa.
Reconstrucción del peristilo de la villae romana de Santa Rosa (dibujo en el propio yacimiento)
Peor suerte tuvo uno de los más importantes hallazgos ocurridos en este país recién estrenada la década de los años 90 del siglo XX. Se trata del Yacimiento Arqueológico de Cercadilla (*), un conjunto de edificios de varias épocas antiguas, desde el siglo II antes de nuestra era hasta la época califal del siglo X, que fue partido en dos en el año 1991 con la construcción de la nueva estación y el soterramiento de las vías del tren de alta velocidad, y cuya suntuosidad y monumentalidad son especialmente llamativas. Su función, como palacio imperial romano, palacio privado o complejo religioso paleocristiano, está aún por aclarar por los investigadores que de él se ocupan y ocuparon. Destacan el criptopórtico semicircular, el patio central, los edificios basilicales que se adosan, el cerramiento a modo de muralla defensiva, una piscina limaria de decantación trasladada piedra a piedra al Paseo de Córdoba, cerca de allí, y los restos de una basílica que algunos relacionan con la de San Acisclo.

Yacimiento de Cercadilla, antes de su destrucción (1991) Foto tomada de Cordobapedia.
Parte del yacimiento de Cercadilla en 2016, pendiente su puesta en valor.
A escasos 600 metros al suroeste, en línea recta, una construcción mucho más moderna resalta a vista de pájaro por su forma circular. Se trata de la Plaza de Toros de Córdoba, Coso de los Califas, una edificación con capacidad para casi 17.000 personas, lo que la hace la primera en capacidad en Andalucía y una de las mayores de España, inaugurada en 1965. Su fachada alterna vanos ciegos de ladrillo visto y celosías, de reminiscencias andalusíes, con aperturas cuyo segundo cuerpo señala arcos rebajados y pilares en estípite. Es obra del arquitecto José Rebollo Dicenta.

Coso de los Califas (foto de arteenpatios.cordobaecuestre.com)
Puerta grande del Coso de los Califas (José Rebollo Dicenta, 1965)
Mil setecientos metros hacia el sureste, al borde del río, encontramos dos antiguos molinos más de los que se posan en el Guadalquivir, en este caso en la orilla izquierda. Se trata de los conocidos como de San Lorenzo o del Hierro, y de San Rafael o de las Siete Piedras. Son de época andalusí, reformados en momentos posteriores; el primero, el más cercano a la orilla, es de planta cuadrada con bóveda esquilfada, de cañon para el paso del agua y tiene un puente con tres ojos; y el segundo tiene tres naves con bóvedas de cañón las laterales y esquilfada la central.

Molinos de San Lorenzo y San Rafael, invadidos por la vegetación.
Justo enfrente, en la otra orilla, el Molino de la Alegría ha sido transformado en Museo Paleobotánico, dentro del recinto del Jardín Botánico de Córdoba, que se ha convertido en uno de los más importantes a nivel nacional. También de procedencia andalusí, fue aumentado en dos plantas más en 1910. Llaman la atención las salas de bóveda esquilfada, las piedras de moler y otros espacios y construcciones con fines industriales. El Jardín Botánico es un hermoso vergel al borde del río donde se exponen y crían muy distintas especies, y se estudian y experimentan con ellas, además de proveer un magnífico lugar donde las calurosas noches veraniegas cordobesas se llevan mejor con actividades culturales de distinto signo.

Molino de la Alegría, Museo de Paleobotánica.
Molino de la Alegría, Museo de Paleobotánica.
Real Jardín Botánico de Córdoba.
En el centro del Guadalquivir, algo más aguas abajo, se sitúa una isla creada artificialmente tras la remodelación de los márgenes del río en el año 2004, manteniendo un eucaliptal que ocupaba incluso parte de la orilla izquierda. Se conoce como la Isla de las Esculturas por la existencia de doce esculturas de piedra que allí se colocaron en ese mismo año tras un Simposio Internacional de Escultura celebrado en la ciudad. Si antes hemos comentado con humor que Cerro Muriano guarda el Machu Pichu cordobés, quizás aquí podríamos asemejar a esta isla al Stonehenge  qurtubí. Hoy en día se hace difícil su visualización desde cualquiera de las orillas debido al exceso de vegetación, aunque se está llevando a cabo (dic-16) su recuperación mediante desbroce.

Isla de las Esculturas (foto de www.rutasdelsur.es)
Isla de las Esculturas en plena recuperación (08/12/16)
En la orilla derecha de nuevo, frente al Jardín Botánico, más al oeste, al otro lado de la calle, el Parque Zoológico de Córdoba, además de guardar en su recinto (independientemente de lo oportuno de su existencia como tal) una selección de diversas especies faunísticas de nuestro mundo, mantiene en su parte más alta y extrema los restos de la muralla turdetana que fue la protección del poblado prerromano cordobés (Cartatuba?), y que ocupaba el actual Parque Cruz Conde, conocido científicamente como la Colina de los Quemados. Resulta curioso ver sus restos, que desde este lado lo estamos haciendo desde el exterior, siendo cobijo de las cabras montesas, oxidándose con los restos orgánicos de sus moradores, y viéndose poco a poco colmatadas por el empuje de la propia colina.

Foto de la Córdoba Tartésica o Turdetana (foto de cordobacrisoldeculturas.wordpress.com/)
Si seguimos aguas abajo del siempre sorprendente Guadalquivir, unas veces seco como el Desierto de Kalahari y otras violento y caudaloso como el Río Amazonas, encontraremos, de nuevo en la orilla derecha, un lugar histórico, al mismo tiempo que ecológico y científico. La Alameda del Obispo es hoy el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA), fundado como residencia veraniega para el obispo de entonces, en 1756, en el lugar donde existía con anterioridad una almunia andalusí, de la que no queda nada. Del siglo XVIII sí sobrevive alguna que otra edificación, así como los jardines, de los que en especial destaca el del laberinto dieciochesco.

Alameda del Obispo, restos del siglo XVIII.
Alameda del Obispo, Jardín del Laberinto (siglo XVIII)
El "Río Grande" nos empuja por sus aguas hacia el Océano Atlántico, y a un kilómetro, el último de los molinos reconocidos de la ciudad, el Molino de Casillas, es posiblemente el que más reformas ha sufrido, ya que fue convertido en central eléctrica en 1895, ampliándose su planta en dos más en altura. Cerca de él conserva la azuda que atraviesa el río, subiendo la lámina del agua y llevándola hasta sus compuertas de triple arcada.

Molino de Casillas
Abandonamos ahora los lugares más cercanos a la capital y su casco histórico, para dirigirnos hacia el sureste por la carretera que nos lleva a Granada, e introducirnos en la zona sur del enorme término municipal cordobés, donde la feroz campiña se aprovecha de la arcillosa tierra para convertirla en abono interminable de los productivos campos que la componen. A unos doce kilómetros por esa carretera, se levanta una olvidada fortaleza que controlaba tanto los caminos como los campos en derredor. El Castillo de Torres Cabrera es una atalaya del siglo XIII convertida en palacio-castillo en el siglo XV. Con posterioridad fue usada como cortijo. Destacan su torre almenada y los restos del palacio y del molino.

Castillo de Torres Cabrera (foto de notascordobesas.blogspot.com)
En línea recta hacia el este, a través de los campos de trigo, alfalfa, algodón y girasol, entre otros, se llega en no más de 10 kilómetros "volando" Pero si utilizamos los medios de comunicación terrestre habrá que sumarles otros dos más por lo menos, pues habrá de llegar a la aldea de Santa Cruz (Santa Crucita para los amigos), para desviarse algo hacia el norte y llegar hasta el Cortijo de Castillejo de Teba, y encontrarnos con el Yacimiento Arqueológico de Ategua (*) un desconocido pendiente de sacar a la luz y que nos sorprenderá con sus misterios ocultos.

Ategua fue una importante ciudad que sobrevivió desde época íbera hasta la medieval, teniendo un importante papel en la Historia al haber sido parte de las luchas entre Julio César y los hijos de Pompeyo, su rival, habiendo sido conquistada por aquel en el año 45 antes de nuestra era. Nos queda mucho por descubrir de esta importante ciudad, que fue lugar de habitación y alimento de las tropas cesarianas, y que continuó siendo centro productivo hasta la época medieval. Esperemos que poco a poco tengamos la posibilidad de poder sacar a la luz lo que la tierra nos esconde, antes de que el expolio, la desidia y el abandono, nos hagan arrepentirnos de no haber actuado antes.

Yacimiento arqueológico de Ategua (foto de www.larazon.es)
Fin del sexto capítulo (...y 6. Fuera del Casco Histórico y algo del Término Municipal), de la serie Conociendo Córdoba.


Recorrido propuesto.
Todas las fotos son del autor, salvo las que oportunamente se indican.

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