martes, 28 de febrero de 2012

Nacionalismo andaluz


Para mi humilde opinión, cualquier nacionalismo supone un establecimiento de diferenciaciones entre los seres humanos contrario a la ley natural de compartir un mundo, un universo si se me apura, que existe para todos, que nos pertenece a todos, y un montaje de intereses casi siempre insolidarios y no siempre compartidos. Y cuando hablo de nacionalismos me refiero a todos ellos, comunidades, regiones, países, continentes,... Todos ellos son creadores de fronteras infranqueables, muros separadores, alambradas espinosas y amenazadoras,... controles de personas, de mercancías, de ideologías, de arte, de filosofías y creencias, de culturas y maneras de entender la vida. Son como un descampado cuarteado que forma lugares autárquicos impenetrables, mientras el zorrillo o el jabato se sienten sin capacidad de atravesarlos en su búsqueda de recursos, aún sabiéndose con derecho a acceder a ellos. Son como el campo con puertas.

No voy yo aquí ahora a rechazar el derecho de los pueblos a crear dichas nacionalidades o a sentirse especialmente diferentes del resto del universo, por los motivos que les movieren, siempre que dichas nacionalidades se propongan de forma pacífica y con el uso de la palabra, la negociación, la política y el convencimiento del entorno que les rodea, y contando con estos. Pero tampoco voy a rehusar de mi derecho a pensar y sentir que dichos sentimientos nacionalistas no dejan de ser retrogrados, egoístas, autárquicos, cerrazonistas, clasistas, prepotentes y una peligrosa semilla para el árbol del odio y la envidia al resto de la humanidad.

Ese nacionalismo excesivo fue el que llevó a Hitler al poder para crear la Gran Alemania, y lo que acabó creando fue la Gran Segunda Guerra Mundial. Quiso convertir en Grande una comunidad, la alemana, que fue uno de los últimos países que se formaron en Europa, junto con la actual Italia. La raza aria, el deseo de venganza por las humillaciones de la primera gran guerra, el sentimiento de nación especial y distinta. Todo ello contribuyó a la muerte de más de sesenta millones de seres humanos.

Pero bueno, hay nacionalismos y nacionalismos. El orgullo de sentirse partícipe de una comunidad cercana no es malo siempre que se tome desde una perspectiva abierta y sin cerrar puertas. Y ese nacionalismo es precisamente el que tiene Andalucía. En muchas ocasiones me han preguntado fuera de esta comunidad por qué no avanzan en Andalucía los partidos nacionalistas como en otras regiones de España. No soy experto en la materia pero mi sensación es que los andaluces se sienten tan (o más) orgullosos de serlo que otra comunidades, pero se niegan a cerrarse a otras culturas, otras formas de vivir y a otras nuevas tendencias, porque eso les enriquece. En una palabra, es lo que siempre fue Andalucía: lugar abierto a civilizaciones, religiones y filosofías. No voy a enumerar la cantidad de culturas que habitaron esta zona del mundo.

Un ejemplo claro lo tenemos en el traje regional. Aunque cada provincia tiene un traje distinto, y aún así parecido, el más internacional es el traje de volantes femenino procedente de la hermana Sevilla. Hoy en día existen nuevas tendencias que hacen cambiar el traje con el paso de los años: esto se llama apertura.



Sigamos analizando: El escudo de la bandera oficial de Andalucía dice "Andalucía por sí, para España y la Humanidad".

Es decir, no se olvida de los que les rodean.

¿Y el himno? Mientras algunos himnos ensalzan su raza (¿?) su cultura o idiosicrasia, el de Andalucía pide paz y esperanza, tierra y libertad para sus ciudadanos (herencia del despropósito de sus gobernantes y señoritos, aún hoy vivos) volver a ser lo que fuimos, es decir, a dar a la humanidad lo que la humanidad nunca ha reconocido que les dimos (filosofía, arte, ciencia, conocimientos, nivel de vida, igualdad, sentido común,...) y vuelve a gritar pidiendo tierra y libertad, pero sin olvidar a quienes le rodean: la Humanidad.

La bandera blanca y verde
vuelve, tras siglos de guerra,
a decir paz y esperanza,
bajo el sol de nuestra tierra.

¡Andaluces, levantaos!,
¡Pedid tierra y libertad!,
Sea por Andalucía libre,
España y la humanidad.

Los andaluces queremos
volver a ser lo que fuimos:
hombres de luz, que a los hombres,
alma de hombres les dimos.

¡Andaluces, levantaos!,
¡Pedid tierra y libertad!,
Sea por Andalucía libre,
España y la humanidad.

Hoy es un día para sentirse orgulloso de ser andaluz, por lo que esta tierra dio al resto del mundo y por lo que siempre pretende dar. Independientemente de típicos y tópicos, Andalucía es un lugar del universo lleno de personas con inquietudes, miedos, alegrías, ganas de crear y de ofrecer, de dar de comer a los que vienen en pateras y ofrecerles las noches de verano en la sierra, y el olor del azahar en primavera, el calor del sol en invierno y el sonido del gorrión a punto de saltar del nido.

Y como colofón de este mamotreto que os acabo de largar, ahí va el himno de Andalucía cantado por el pulmón aún vivo de Rocío Jurado y una persona que supo saber cuándo gritar y exigir y cuándo poner las cosas en su sitio, Joan Manuel Serrat.

Feliz día de Andalucía, un humilde lugar en medio de nuestro universo, abierto a todos.

http://www.youtube.com/watch?v=VyGrPPN9GfY

Fotos: Wikipedia.
Videos: Youtube.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho tu artículo. Creo que has dado con la clave de por qué no somos nacionalistas en el sentido de exclusión, porque siempre nos hemos considerado pertenecientes a entidades mayores, España (no se te olvide,) y como dices, la Humanidad. Al contrario del proceso que se está viviendo en otras comunidades y no quiero seguir. Un abrazo. Tu primo el calderí

José Manuel Fuerte dijo...

Estimado primo anónimo, me alegro de que te haya gustado. Sé que en estos temas no es fácil dar con la tecla, y estoy seguro de que hay muchos que no opinan lo mismo, pero me he querido "mojar" porque, lejos de ensalzar a Andalucía tal cual, mi intención ha sido preponderar la forma de verlo de otra manera más abierta y plural.
Un abrazo.