lunes, 15 de agosto de 2016

Conociendo Córdoba. 5. Santiago, el barrio mozárabe y al-Mugira.

Iglesia de San Lorenzo, sobre los restos de la mezquita de al-Mugira.
INTRODUCCIÓN A LA SERIE:

La serie "Conociendo Córdoba" la componen varios artículos que describen el urbanismo, el caserío y los hitos que uno se puede encontrar paseando por las calles y plazas de esta milenaria ciudad. No se trata de una guía turística propiamente dicha, y de hecho, no está dirigida al turista en sí, a quien emplazo, por otro lado, a contactar con agentes y empresas profesionalizadas del sector, que le darán más cumplida información que esta que aquí se encuentra; sino más bien a aquellos autóctonos y residentes que suelen "pasear y pasar" por estas calles sin detenerse a contemplar con más detenimiento y con más curiosidad el entorno que les rodea. He pretendido dar una información muy sucinta, simplemente interesante, para no caer en la pesadez del exceso de datos, para lo cual procuro colocar algún enlace que lo complete, si el lector considera oportuno. Para un mejor desarrollo de los paseos o rutas, he cuarteado el recinto histórico de la ciudad en tantos cuarteles como paseos he considerado para una mejor comprensión, siendo cada uno de ellos una ruta "circular" con inicio y fin en el mismo punto. Por último, me he permitido la osadía de clasificar con una estrella (*) algunos lugares o sitios concretos donde he creído que merece la pena llamar la atención del lector por su importancia histórica o artística, y siempre bajo mi propio criterio, que no deja de ser un criterio más dentro del mundo de los gustos. No trae esta serie de artículos nada nuevo de lo que ya se conoce, pero pretende ser una herramienta útil y práctica para un mejor conocimiento del entorno histórico-artístico que compone el enorme "casco viejo" de esta ciudad mía, y suya. Espero que les guste.

Capítulo 1: Al-Ándalus, Sefarad y Castilla.
Capítulo 2: La zona comercial medieval.
Capítulo 3: Colonia Patricia; del anfiteatro al circo.
Capítulo 4: El Trascastillo y al norte de la castiza Axerquía
Capítulo 6: Fuera del Casco Histórico y algo del término municipal

INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO 5:

Sugiere este capítulo un recorrido por el extremo sureste del extenso casco histórico de Córdoba, parte también del arrabal de la Axerquía que fuera amurallado por los almorávides en el siglo XI, tras la desmembración del Califato de Córdoba (entonces Qurtuba) y la guerra civil que conllevó. Desde el borde del Guadalquivir, entramos en la zona por Santiago, un barrio que estuvo tradicionalmente habitado por labradores y alfareros, y donde se hallaba el Convento de los Caballeros de su propio nombre, del que nos ha quedado algo. Al poco, seguimos por el de San Pedro, que fue el barrio mozárabe de la ciudad, donde tuvieron refugio los cristianos en la época andalusí, agrupados alrededor de su iglesia que bien podría ser su más reconocida catedral hoy en día. Por el de la Magdalena nos dirigiremos hasta el barrio andalusí de al-Mugira, actual San Lorenzo, sabiendo que los patios de las casas se esconden tras las fachadas blancas entre calles estrechas y recoletas plazas, y continuaremos hasta tocar la ya desaparecida Puerta de Plasencia, salida de la antigua Vía Augusta, para regresar bordeando la muralla hasta las hazas de la Fuensanta.

5.- SANTIAGO, EL BARRIO MOZÁRABE Y AL-MUGIRA.

Desde el Balcón del Guadalquivir, unos jardines creados en la margen derecha del río en el año 2004, las vistas de la zona monumental y del propio río son muy atractivas.

Vistas de la Mezquita-Catedral desde el Balcón del Guadalquivir.
En el centro de ellos, sobre un promontorio, destaca el avión Douglas DC-7 fabricado en 1958, y que fue cedido por su propietario y trasladado hasta aquí en 2011 desde el aeropuerto de Córdoba, donde estaba abandonado. A día de hoy, todavía está pendiente darle un uso más concreto.

Avión DC-7 en los Jardines del Balcón del Guadalquivir.
Hacia el norte, por la misma ribera, podemos observar las aguas del Baetis romano, Wad el-Kebir andalusí, y Guadalquivir actual (el río grande), con sus considerables diferencias de caudal a lo largo del año; ese que Luis de Góngora y Argote lo describiera como "...gran rey de Andalucía, de arenas nobles, ya que no doradas". Hubo un tiempo (entre los años 1950 y 1970) en que esta zona se convirtió en la playa de la ciudad, que a falta de mar, se conformó con sus frescas aguas.

Playa de Córdoba años 1960. Foto de Ladis (tomada de elmarginador.blogspot.com, subida por LoloCórdoba)
Algo más arriba, el Molino de Martos (Museo Hidráulico), es una magnífica representación del funcionamiento de las aceñas que se situaban en el Guadalquivir para aprovechar la fuerza de sus aguas en trabajos mecánicos. Posiblemente de época andalusí, está muy reformado posteriormente, pero aún mantiene elementos antiguos que merecen ser destacados. Durante un tiempo este edificio fue utilizado como acceso a la antes comentada playa del río, y como vestuario de la misma. Su nombre se debe a que estaba cercano a la Puerta mismo nombre, que a su vez se llamó así por ser por la que penetró el adalid Alvar Pérez de Castro con sus tropas procedentes de este pueblo jiennense en 1236 para conquistar a los andalusíes la ciudad. O al menos, eso dice la tradición.

Molino de Martos, actual Museo Hidráulico.
Justo enfrente, ya nos habrá llamado la atención antes con seguridad una pequeña construcción religiosa neogótica. Se trata de la Ermita de los Santos Mártires, construida en 1881 en el lugar que ocupó el convento de la misma advocación y que fue demolido por ruinoso en el siglo XIX. Está dedicada a los mártires católicos Acisclo y Victoria, que vivieron en la ciudad en el momento del cambio de siglo entre el III y el IV.

Ermita de los Mártires (siglo XIX)
En la otra acera, algo más hacia el este, penetramos en el callejero del Barrio de Santiago por la Calle del Tinte, llamada así muy probablemente por tener relación con los trabajos de teñir la ropa que se realizaban por la zona. Desembocamos en la antigua Calle del Sol, hoy dedicada al sacerdote católico Agustín Moreno (1810-1883), una de las vías más importantes de la ciudad en la Edad Media, que conectaba a los que venían desde la Meseta con el Puente Romano, para atravesar el Guadalquivir y dirigirse al valle y la campiña, o viceversa. Quizás por ese motivo, existen en esta calle varios lugares de interés que habremos de comentar.

En primer lugar, en la acera de la derecha, la Casa del Marqués de Benamejí (siglo XVIII), hoy Escuela de Artes y Oficios, es reformada en 1874 por Rafael de Luque y Lubián, dejando una sencilla fachada ecléctica que destaca dentro del conjunto de casas que la rodean. En el interior conserva jardines y patio de carruajes, entre otros elementos más antiguos. Como anécdota, sirvió de decorado virtual al escritor Pío Baroja (1872-1956) para su novela "La Feria de los Discretos" (1905), ambientada en Córdoba.

Casa del Marqués de Benamejí
Casa del Marqués de Benamejí. Detalle de la fachada, de 1874.
Frente a ella, la casa número 34 posee una decoración renacentista, a base del recurso típico llamado "de galleta", siendo original la ventana, y reconstruida la parte inferior de la portada siguiendo el modelo que tuvo en su momento. Se trata de otra casa perteneciente al mayorazgo del Marqués de la Vega Armijo, construida esta en el año 1520. En el siglo XIX fue fábrica de tejidos.

Casa del mayorazgo del Marqués de la Vega Armijo (1520)
Unos metros más hacia poniente se forma plaza regular cuyo principal edificio tiene fachada en su lado sur, en el que se ven dos portadas adinteladas con los escudos de los Condes de Valdelasgranas, que dan nombre a la plaza. Hoy es colegio. La puerta de la izquierda es la original y siendo colegio, un día fue por la que entraban los niños, mientras que la de la derecha, que es copia, lo hacían las niñas, estando también en su interior separadas las clases y los patios. Antes de colegio fue casa de vecinos, antes palacio de los Condes de Gavia, y antes lo fue de los de Valdelasgranas, ya comentados. Pero aún antes de aquello fue el Convento de los Caballeros de Santiago, instalados aquí en 1295. Lo más antiguo que se reconoce del edificio son unos arcos angrelados y apuntados sobre soportes ochavados, de estética mudéjar, que hay en sus patios, y que proceden de finales del siglo XIV.

Antiguo Convento de los Caballeros de Santiago.
En este barrio, como en los que vamos a visitar posteriormente, así como en el resto del casco histórico de la ciudad, y aún fuera de él, habrá que estar pendiente de la posibilidad de echar un vistazo a algún que otro patio típico que pueda verse, siempre con la complicidad del propietario y el respeto a su intimidad, aunque sea fuera del Concurso de Patios, Rejas y Balcones que cada año se celebra en la ciudad por el mes de mayo.

Siguiendo hacia poniente por la Calle Agustín Moreno, o del Sol (este último nombre se debe a que la calle se dirige apuntando hacia levante directamente), no daremos demasiados pasos hasta que nos topemos con la Iglesia de Santiago (*), que da nombre al barrio, y que estaba adosada al anteriormente comentado convento de la orden.

En 1990 finalizan las obras de restauración de la iglesia que tras el incendio de 1979 y el derrumbe de 1981 hizo que entrara en estado de ruina. En 1992 se adquirió el baldaquino que luce en el altar mayor, procedente del Pabellón de la Santa Sede de la Exposición Universal de Sevilla de 1992. La fachada que da a la calle Agustín Moreno no es la principal, sino la lateral, compuesta por un pórtico de tres arcos de medio punto, obra del siglo XIX, siendo la principal la que da a la Calle Ronquillo Briceño, del siglo XIV, con un arco apuntado rodeado de arquivoltas, sobre la cual se ve un precioso rosetón abocinado, decorado con puntas de diamante y arquillos de herradura, que no luce por la estrechez de la calle a la que da. La portada de la epístola, hoy de la sacristía, comunicaba la iglesia con el convento de los Caballeros de Santiago. De esta época, más concretamente del siglo XV, es el Cristo de las Penas, obra anónima considerada la más antigua imagen que procesiona en las calles de la ciudad por Semana Santa.

Iglesia de Santiago. Torre-campanario y portada norte (siglo XVIII)

Iglesia de Santiago, fachada principal (siglo XIV). Muy difícil ver sus cualidades desde el nivel del suelo.
La construcción de la iglesia comienza en 1260, y de aquel tiempo mantiene la planta rectangular con triple cabecera con ábsides poligonales, los arcos de medio punto de la nave central y las bóvedas de nervaduras de la sacristía y del ábside de la derecha. Hasta ese año el templo funciona como parroquia desde 1240 en el lugar donde estuviera una antigua mezquita, de la que aún se puede disfrutar parte del alminar del siglo IX (*), considerado el más antiguo de los alminares andalusíes. Destaca de él una ventana geminada de arcos ultrasemicirculares con parteluz.

Interior de Santiago, con el alminar en un lado y al fondo lado interior del rosetón.
Continuando dirección poniente tras la visita a la Iglesia de Santiago, a la derecha serpentea una calle típica del entramado andalusí, uno de sus azucaques y azonaicas, llamada de las Siete Revueltas. Justo al principio de ella, una discreta puerta con reja guarda tras de sí la conocida como Casa de las Campanas (*), construida a mediados del siglo XV en estilo mudéjar con influencia nazarí. Es llamada así por haber sido fundición, y antes palacio de los Duques de Alba y casa de vecinos. Tiene galería de arcos lobulados y de medio punto el central, tras la cual se ve una magnífica portada de arco angrelado decorado con preciosas yeserías de mocárabes y atauriques. Las ventanas geminadas laterales son obra del arquitecto Amadeo Rodríguez, que fue dueño de la vivienda en el siglo XIX.

Galería de la Casa de las Campanas (Siglo XV)

Detalle del arco angrelado de la Casa de las Campanas (Siglo XV)
Retornamos a la Calle del Sol, o de Agustín Moreno, para continuar dirección poniente. Llaman la atención algunas portadas de las casas que aquí se encuentran, algunas restauradas e incorporadas en edificios más contemporáneos, y otras no tanto. De entre ellas, merecen la pena pararse a observar la número 18, de estilo barroco, adintelada, con frontón partido y escudo; la número 9, del siglo XVI, perteneciente a la familia de los Benavides, cuyo escudo se ve en la clave de la portada; y la número 7, construida en 1807.

Casa barroca de la Calle Agustín Moreno, 18.
Casa de los Benavides, del siglo XVI.
Casa Calle Agustín Moreno número 7, del siglo XIX.
Casi frente a esta última casa está la puerta de entrada al antiguo Convento de la Santa Cruz (*), fundado en 1464. Su exterior está compuesto por un muro sin aperturas, roto por una portada de acceso con columnas y frontón triangular. Al fondo, el atrio de acceso a la iglesia medieval cubierta con bóvedas de crucería y decoración barroca. Destacan de la iglesia y de todo el conjunto conventual los originales azulejos del siglo XVII, los artesonados renacentistas y mudéjares de los coros y el mirador, el antiguo dormitorio, con claustro con columnas de acarreo, la capilla barroca, la antigua portería, de estilo gótico, y una serie de dependencias barrocas agregadas al convento, como corrales de vecinos, patios y restos de viviendas pintadas con murales, placas y decoración barroca, dando al edificio conventual una valía artística que va desde los siglos XV al XVIII.

Portada de ingreso al Convento de la Santa Cruz (siglos XV-XVIII)
Solo unos metros más adelante, pero en la acera de enfrente, sobrevive a duras penas la portada manierista obrada por Jerónimo Ordoñez en 1580 para el Hospital de los Ríos, fundado por Lope Gutiérrez de los Ríos en 1441 como Santa María de los Huérfanos. Se trata de un dintel con columnas jónicas, balcones laterales sobre pilastras y encima los escudos de los Ríos, y una interesante hornacina de media naranja encuadrada por medias columnillas jónicas que apoya sobre el frontón partido central. En el interior, hoy centro de día para personas mayores, el patio principal presenta arcos de medio punto y capiteles de acarreo en un lado, y en la planta alta, arcos rebajados sobre columnas con basa de finales del siglo XVI. El patio de acceso tiene arcos peraltados enmarcados por alfiz.

Portada del Hospital de los Ríos (Jerónimo Ordoñez, 1580)

Vamos a bordear ahora los muros del antiguo convento de la Santa Cruz, antes comentado, girando a la izquierda hacia la calle Valderrama, no sin antes deleitarnos con el hermoso rincón que aquí forma plazuela.

Calle Agustín Moreno, esquina con Calle Valderrama.
Al recorrer la Calle Valderrama, a la izquierda se extiende el muro ciego del antes comentado Convento de la Santa Cruz, siendo este un típico recurso de la arquitectura andalusí cordobesa, muy concienciada en la preservación de la intimidad y la diferenciación de lo público y lo privado.

Al final de la calle, si salimos hacia la Ribera, al frente, lo haremos en un lugar cercano a donde supuestamente se situaba la antigua Puerta de Martos o del Sol, hoy desaparecida, de época medieval y la zona de los pelambres, junto al río, donde se curtían los cueros. Giraremos, sin embargo antes, a la derecha, afrontando desde el este el principio de la Calle de Mucho Trigo, típica de la zona que estamos recorriendo. De ella, dentro de la sencillez de su caserío, quizás fuera conveniente resaltar la llamada como Casa de la Cruz, en el número 24, de la que solo queda su antigua portada, si no fuera porque a uno podrían tacharle de ególatra, pues no en vano fue la casa donde este que les escribe nació hace ya medio siglo. Está protegida por la normativa municipal del Casco Histórico de Córdoba. Así que tengo la excusa perfecta. Ustedes me sabrán disculpar.

Casa de la Cruz, número 24 de la Calle de Mucho Trigo.
Al final de la calle, el encuentro de varias vías forman plazuela denominada de las Cinco Calles, por ser tantas las que se unen en este lugar. Hubo un tiempo en el que, aunque parezca mentira, tuvo coches aparcados en sus lados.

Las Cinco Calles.
Antes de continuar por la ruta, vamos a hacer el esfuerzo de recorrer, ida y vuelta, por la Calle Consolación (a la izquierda, saliendo de Mucho Trigo a las Cinco Calles), hasta llegar a lo que queda de la antigua Iglesia de San Nicolás de la Axerquía, fundada por Fernando III en el siglo XIII sobre una antigua mezquita, reformada en el siglo XVIII, y abandonada en el XIX por ruinosa. Hoy se usa como aparcamiento, y para ver algún resto de ella, aparte de esperar un buen plan de estudio arqueológico, habrá que salirse a la Ribera para ver su portada sur.

Puerta sur de la iglesia de San Nicolás de la Axerquía, vista desde la Ribera.
Regresamos a las Cinco Calles para tomar a la derecha por la de Don Rodrigo, llamada así no por el rey visigodo que perdió su reino en el año 711 en la batalla de Guadalete contra los africanos, sino por un famoso letrado, llamado Rodrigo de la Reguera, que allí vivió. Y quizás su casa fuera, o no, la del número 12, donde actualmente tiene su taller la famosa diseñadora Juana Martín, cuya fachada demuestra su relativa antigüedad y grandeza.

Casa Calle Don Rodrigo, 12
Al llegar a la esquina, girando a la izquierda, estamos entrando en la Plaza de San Pedro, cuyo centro ocupa la pétrea imagen de la Iglesia de San Pedro, de la que hablaremos cuando lleguemos a su portada principal. Lo que ahora nos encontramos es su costado sur, donde se ha colocado la siempre estéticamente discutible estatua dedicada al imaginero cordobés Juan de Mesa y Velasco, bautizado en esta iglesia, y autor de la magnífica obra de la Virgen de las Angustias, considerada obra cumbre de la imaginería barroca andaluza, y a la derecha la parte más ancha de la plaza, donde se situaba el cementerio parroquial, y que hoy es plaza pública.

Escultura a Juan de Mesa junto a la fachada sur de la Iglesia de San Pedro.
Dando a esta plaza se adosan a la iglesia unas dependencias parroquiales que datan de 1864, y que son obra del arquitecto Pedro Nolasco Meléndez. También desde este lado se puede disfrutar de la vista del ábside principal y de la espadaña barroca.

Iglesia de San Pedro, vista trasera desde la plaza que fuera cementerio.
Continuamos bordeando la iglesia por su lado norte hasta llegar a otra plaza, esta de traza regular, que se abre a nuestra derecha, y que lleva el nombre de la Plaza de los Aguayos. En ella, pavimentada con bolo o chino cordobés, tienen portada algunas casas antiguas, de entre las que sobresalen la del número 1, y sobre todo la renacentista perteneciente a la Casa de los Aguayo, hoy Colegio de las Francesas, situada en el frontal. Un alzado alfiz remarca toda la decoración de influencia mudéjar, con líneas zigzagueantes sobre la que se muestra ajimez de dos arcos apuntados, y coronando todo ello los escudos pertenecientes a la familia. Cercano a la dicha portada se levanta un nuevo Triunfo de San Rafael, fechado en 1763. De estilo netamente barroco, destaca de él la verja con columnas en las esquinas, el decorado pedestal y el pilar a manera de estípite invertido.

Plaza de los Aguayos, con el Palacio que le da nombre al fondo y el Triunfo de San Rafael.
Desde el fondo de la plaza hacia el exterior, la vista también es atractiva. Volvamos hacia la Iglesia de San Pedro, dejando atrás la plazuela.

Plaza de los Aguayos, vista desde la puerta del Colegio de las Francesas.
Al llegar a la altura de la iglesia, giraremos a la derecha por la calleja estrecha adonde parecen querer volcarse los muros del histórico templo. Justo aquí podremos ver una de las dos portadas medievales que mantiene el edificio a sus lados, siendo de estilo mudéjar y datada en el siglo XIII. Tiene el nombre de Santa Ana, aunque el pueblo siempre le ha dado a llamar "de la sombra", pues es muy difícil que a ella lleguen los rayos del sol. Justo al otro lado, la otra portada medieval es conocida como la del sol, por mirar hacia el sur, aunque oficialmente es denominada como de Santa Brígida, por el hospital que hubo enfrente, y que hoy ya no existe.

Puerta norte de la Iglesia de San Pedro, del siglo XIII.
Llevamos ya un tiempo hablando de ella, aunque realmente es ahora, al llegar a su portada principal, cuando vamos a profundizar en la descripción de uno de los edificios religiosos más importantes de la ciudad: La Basílica Parroquia de San Pedro Apóstol (*), la que probablemente tenga el máximo de los derechos para ser la Catedral de esta población, si no fuera por otros intereses que se lo impidieron, y que ahora no vienen al caso.

En su solar estuvo el templo mozárabe de los Tres Santos, mártires de época romana que siguieron siendo venerados aquí en la época andalusí. Este barrio, hoy de San Pedro, entonces situado extramuros hasta la construcción de las murallas de la Axerquía en los siglos XI y XII, es la zona en la que permitieron las autoridades andalusíes que viviera la comunidad cristiana, a cambio de impuestos especiales para el mantenimiento de su templo y de la propia comunidad que residió en la barriada.

Tras la conquista castellana en el siglo XIII, se reconstruyó el edificio, y luego se reformó en el XVI, dándole un aspecto más renacentista. Las obras del barroco se centran en la espadaña y en el interior.

Destaca la portada principal, obra de Hernán Ruiz II, y fechada en 1542. Encajada entre los contrafuertes medievales, se compone de un cuerpo bajo con arco central y hornacinas entre columnas jónicas estriadas, asemejando un arco de triunfo, y otro alto a modo de templete palladiano con óculos, sobre el que se asoma un reconstruido rosetón mudéjar. Del interior, aparte las trazas góticas de las naves. la sacristía de Juan de Ochoa (principios del siglo XVII), la Capilla de los Mártires, de Diego de los Reyes (mediados del XVIII), con bóveda semiesférica y el arca de plata con las reliquias, y el retablo mayor, construido por Félix Morales Negrete en 1732, y que está considerado uno de los mejores retablos del barroco cordobés.

Fachada principal de la Iglesia de San Pedro.
Detalle de la portada de la Iglesia de San Pedro.
La dejamos atrás para llegar a la plaza de la Almagra, que se encuentra al finalizar la calle que Córdoba dedica al imaginero Juan de Mesa, antes comentado, y que no es más que un encuentro de calles que proceden de varios lados. Llama la atención la portada de la antigua farmacia de Villegas, que data de 1884.

Farmacia de Villegas.
Hacia el norte nos dirigiremos ahora por la calle Gutiérrez de los Ríos (jurisconsulto fallecido en 1873), conocida como la Calle Almonas por ser el lugar donde se fabricaban los jabones. Siempre fue esta calle muy transitada, ya que une dos barrios y es calle de paso hacia la Corredera, San Pedro y la Ribera. Al llegar a la altura de la Calle Fernán Pérez de Oliva, que se abrirá a nuestra izquierda, vamos a avanzar unos metros hasta llegar a la altura del actual Cine de Verano Coliseo de San Andrés, construido en 1935, para ver al menos su fachada regionalista de portadas simétricas. Al mismo tiempo es urbanización y las ventanas de sus casas dan al interior del propio cine. También tiene un escenario teatral de 1938.

Fachada del Cine de Verano Coliseo San Andrés (1935)
De regreso a la Calle Almonas vamos ahora solo de paso, pues penetramos en la Calle del Duque de la Victoria, donde encontramos la sencilla fachada de piedra de una casa cuyo propietario no he logrado averiguar, y que hoy es un centro de mayores. Pudo tener el palacio su origen en el siglo XVII pero fue muy reformado en el primer tercio del siglo XIX para convertirlo en teatro de aficionados, y a finales del siglo XX para su actual uso.

Fachada del Centro de Mayores de la Calle del Duque de la Victoria (siglo XVII)
Antes de girar a la derecha por la calle de la Encarnación Agustina, vamos a penetrar unos metros por la de Diego Méndez, a la izquierda, hasta llegar a la altura de la casa número 6, que según Teodomiro Ramírez de Arellano en sus Paseos por Córdoba (1873), nos dice que fue la solariega de los Góngora, sin que haga referencia a la familia del famoso escritor cordobés, sino a otra familia también apellidada así. Destaca la portada manierista de principios del XVII.

Portada manierista de la Casa de los Góngora.
Volvemos para continuar hacia el sur, y a nuestra derecha veremos el actual Colegio Público de Educación Especial Virgen de la Esperanza, que ocupa lo que fuera Beaterio de Santa María Egipcíaca a finales del Siglo XVI, Convento de la Encarnación Agustina a partir de 1636 y Escuela Especial de Veterinaria desde 1848, salvo una parte que se convirtió en Cuartel de la Guardia Civil. De la parte antigua solo quedan unos ventanales que dan al actual patio del colegio.

Ventanas del antiguo edificio de Encarnación Agustina.
Algo más adelante, el renacentista Convento de Regina Coeli está necesitado de una urgente restauración y puesta en valor. Fundado en 1499, del antiguo edificio quedan dos patios y la iglesia, esta última con un hermoso artesonado mudéjar que aún mantiene, y la semiderruída portada de arco campanel y decoración vegetal, muy estropeada, pero aún recuperable.

Portada de la Iglesia de Regina Coeli.
Junto a la iglesia, la Plaza de Regina, con su fuente de corte moderno rodeada de naranjos, se convierte en un vergel entre las calles del barrio de la Magdalena. Al noreste de la plaza, una callejuela estrecha se retuerce para llevarnos a otra recoleta plazuela, la de las Tazas, donde también se palpa el personal ambiente popular de este barrio plagado de patios hermosos e íntimos.

Fuente de la Plaza de Regina.
En el otro rincón de la plaza, en el arranque de la calle Isabel II, es peculiar la casa número 1, tanto por fuera, como el hermoso patio de su interior.

Número 1 de la calle Isabel II.
Tomaremos, sin embargo, la calle de la Palma, dirección sur, donde hacia su mitad, en el número 9, nos toparemos con la portada de piedra de los Díaz de Morales, y que antes fuera de los Aguayo y de los Figueroa. Precisamente fue en esta casa donde estuvo, hasta 1864, una hermosa palmera de tal porte y belleza que dio nombre a la calle.

Casa de los Díaz de Morales.
Siguiendo hacia el sur por la calle de la Palma, a nuestra derecha se presenta una hermosa fachada del barroco tardío: la Casa de los Trillo Figueroa (*), mostrándose a la calle mediante un retranqueo que le permite lucirse al mismo tiempo que ayuda a que los carruajes maniobren correctamente para entrar o salir de la casa. Del año 1782 es la portada de piedra, compuesta por dintel apilastrado sobre el cual asoma un balcón, también con pilastras a los lados, con frontón curvo y escudo familiar y ventanas enmarcadas a los laterales. Destaca el magnífico torreón con balcón-mirador. El color encarnado de la madera de las puertas del cuerpo inferior le da carácter a toda la fachada. Su patio de entrada participa todos los años en el concurso de la ciudad, y es de una calidad excepcional.

Casa de los Trillo Figueroa.
Frente a esta casa se encuentra una puerta lateral del antiguo Hospital de San Andrés, hoy la principal entrada al Círculo Cultural Juan XXIII, fundado aquel en 1551, y en uso hasta 1870. También fue colegio de parvulitos de parte de la chiquillada que por el barrio se crió por los años 1970-1975. Tiene patio de galería con arcos enmarcados con alfiz, y columnas y capiteles de acarreo. También participa algunos años en el concurso de patios. Tiene parte de una portada renacentista que, para verla, tendremos que salir de la calle y penetrar en la de Alfonso XII hacia el noreste. A nuestra izquierda, la portada mutilada en su parte inferior, convertida en ventana, y que como anécdota aún mantiene en su fachada el número de portal. Justo a su lado, el Cine de Verano Andalucía supuso durante muchos años la referencia lúdica más importante del barrio.

Antigua portada renacentista del que fuera Hospital de San Andrés (siglo XVI)
Pero en la plaza donde nos encontramos, lo verdaderamente espectacular que más nos llama la atención, es la fachada (pues es lo único que de él queda) del Palacio del Vizconde de Miranda (*) En los años 1960 se produjo una desgraciada intervención que acabó con el interior del palacio, y que hoy podría haber sido uno de los lugares más visitados una vez puestas en valor sus dependencias. Pero, antes de seguir lamentándonos, quizás sea el momento de disfrutar de esta magnífica fachada barroca que ocupa todo el frontal de la plaza, y que fue construida en 1766. Coronada por frontón curvo con escudo familiar, la portada es un dintel flanqueado por columnas pareadas de capitel dórico sobre las que apoya entablamento con volutas y pináculos. La grandiosa fachada se desarrolla en dos cuerpos en el que el superior tiene ventanas con frontón triangular separadas por pilastras que aguantan cornisa de modillones y en el inferior las ventanas están enmarcadas.

Parte de la fachada del Palacio del Vizconde de Miranda (1766)
La amplia plaza que se forma delante del palacio, en un nivel superior, forma parte del escenario que da protagonismo a la fachada. En ella, la fuente que estuvo en la Plaza de la Corredera ocupa un lugar estratégico en la parte suroeste. Destacan los chapiteles herrerianos que rematan las pilastras, y los ensanches semicirculares del pilón.

Fuente de la Plaza del Vizconde de Miranda.
Vamos a continuar por la calle dedicada al rey borbón Alfonso XII, dirección nordeste, para llegar unos metros más arriba a la Plaza de San Bartolomé, donde unos recoletos jardines ocupan lo que fuera el solar donde estuvo el Hospital de San Bartolomé de las Bubas, fundado en 1557 y derribado en 1861. Es de agradecer el sonido de la fuente, el olor de las plantas y árboles, y la sombra que ofrece.

Plaza de San Bartolomé
Justo en la otra acera se abre la calle y plaza del Conde de Gavia, donde estuvo el palacio de dicho noble, en el número 3, y del que hoy no existe nada tras el incendio ocurrido en el siglo XVIII, aunque nos queda una hermosa plaza donde reposar, escuchar y respirar. Una gozada que hasta no hace mucho tiempo era imposible, pues yo la recuerdo llena de coches, y aunque alguno queda aún, seguro que muy pronto será subsanado el problema.

Plaza del Conde de Gavia.
Dejándola atrás, dirección sur, giraremos ahora a la izquierda por la calle de Frías, y al final de ella se llega a la calle Ravé. Antes de subir por esta a la izquierda de nuevo, dirección norte ahora, lo haremos unos pasos más hacia el sur hasta una pequeña placita denominada desde hace siglos como el Panderete de las Brujas que, según Ramírez de Arellano fue "...sitio en tiempo el más temido de Córdoba desde que la noche la envolvía en sus tinieblas..." pues se supone era el lugar en que aquellas se reunían alrededor de una hoguera ejecutando sus "...misteriosas danzas al son de una pandera... y...salían volando cada cual á lugar destinado de antemano..."

El Panderete de las Brujas, en la Calle Ravé.
Retomamos ahora la dirección norte de la calle Ravé custodiados por casas-patio en ambos márgenes, y continuamos por la de Cruz Verde hasta desembocar en la apertura que las calles forman aquí para convertirse en salida y entrada a la Puerta Nueva, de la que no queda nada, y que debe su nombre a que su apertura en la muralla medieval fue en un tiempo más reciente, en el año 1518.

Por ella entraron las tropas napoleónicas en la ciudad en 1808, y desde el balcón de una de sus casas, que aún podemos observar apoyado sobre el friso con guirnaldas del dintel de la puerta, el juez de paz Pedro Moreno, que vivía en ella, se atrevió a disparar con su escopeta al mismísimo general Dupont, que ya había abierto a cañonazos la Puerta Nueva. El disparo mató a su caballo e hirió a un ayudante, y la primera consecuencia fue que se ordenó pasar a cuchillo a todos los habitantes de la casa "...sin esceptuar mas que á una niña de pecho que sacó uno enganchada en la bayoneta de su fusil y se la dió á una muger..." (Paseos por Córdoba, 1873, T. Ramírez de Arellano) Al bebé salvado se le conoció como la Niña del Milagro, y hoy llevan ese nombre los jardines que hay a la salida de la Puerta Nueva, en conmemoración de este hecho.

Balcón de la casa de Pedro Moreno.
Hacia adentro de la antigua población amurallada, por la Calle de Alfonso XII, hacia el suroeste, podremos encontrar en la acera de la izquierda la fachada que corresponde al Palacio del Marqués de Campo Alegre (hoy centro asistencial), construido en el siglo XVI en el lugar en el que estuvo la Casa de los Cárdenas y Caicedo. Tiene una bonita portada renacentista compuesta por dos cuerpos con pilastras, relieves y escudo familiar. Del interior, las galerías con arcos de medio punto sobre columnas, algunas de ellas renacentistas, y una gran columna de piedra.

Portada del Palacio del Marqués de Campo Alegre (Siglo XVI)
Antes de girar a la derecha por la Calle Ancha de la Magdalena, vamos a continuar unos metros por la de Alfonso XII para encontrarnos en la acera de la derecha con la la portada de la casa que hace esquina, la número 35. Frente a ella, una plazuela formada para facilitar el acceso a los carruajes nos va a permitir tener una mejor perspectiva de la fachada barroca de esta casa que fue del mayorazgo de los Narvaez y Saavedra. Tiene la portada balcón enmarcado por pilastras en forma de concha, sobre frontón partido y escudo central, y la fachada cornisa corrida de modillones, pilastras y escudos. Actualmente está convertido en comunidad de viviendas.

Casa de los Narvaez (Siglo XVIII)
Volvemos para continuar por la Calle Ancha de la Magdalena por suelo empedrado y con casas populares a los lados, hasta llegar a la parte trasera de uno de los templos que mejor mantienen su carácter arcaico, a pesar de los duros avatares por los que la historia le ha hecho pasar. Se trata de la Iglesia de la Magdalena (*), hoy fuera de culto.

Fundada por el rey castellano Fernando III en el siglo XIII después de la conquista de Córdoba (entonces Qurtuba), su aspecto exterior es de un gótico mudéjar muy cercano al románico, estilo este que no se da en la ciudad. Sin embargo, el paso de los siglos ha ido modificando su estética poco a poco. El interior fue devorado por las llamas en el incendio de 1990, y en el proceso de restauración se adaptó para lugar de conciertos y exposiciones.

En el lugar donde ahora nos encontramos podemos admirar la torre del siglo XVIII y la parte posterior de la cabecera, donde se observa el exterior del ábside del altar mayor. Aquí también se adivina la planta del templo, de tres naves con la central superior a las demás, típica de las iglesias que en Córdoba se denominan "fernandinas" por ser de la época de Fernando III y que fueron catorce las erigidas, en la mayoría de los casos sobre antiguas mezquitas. No constan en la de la Magdalena restos de mezquita anterior, aunque un estudio arqueológico más intenso nos podría traer alguna sorpresa.

Parte trasera de la Iglesia de la Magdalena (Siglo XIII)
Avanzamos a nuestra izquierda, por la calle que lleva el nombre de la iglesia, para observar una de las más antiguas puertas de las iglesias cordobesas, la del lado de la epístola, y que está compuesta por un arco ojival con molduras y dientes de sierra, enmarcado por alfiz y ornamentado por puntas de diamante. Es de estilo mudéjar y se puede fechar en la época de la construcción del edificio, en el siglo XIII.

Portada mudéjar del lado de la epístola, Iglesia de la Magdalena (Siglo XIII)
A la vuelta nos encontramos con la tardorrománica portada principal de la iglesia. Es abocinada, con motivos vegetales y animales en los capiteles, sobresaliendo mediante un potente tejado a dos aguas, y sobre ella rosetón mudéjar. La clave de la portada se señala por lo que parece ser un estropeado elemento decorativo vegetal gótico.

Portada principal gótica de la Iglesia de la Magdalena (Siglo XIII)
Damos la vuelta a la iglesia para ver su fachada norte. Desde aquí se aprecian mejor las dimensiones del templo, así como su estética medieval. La portada que presenta a este lado está datada por algunos investigadores en el año 1300. Tiene tejaroz con modillones, y los restos de un ángel de un grupo escultórico de la Anunciación que debió existir.

Fachada norte de la Iglesia de la Magdalena (Siglo XIII-XIV)
Nos encontramos en la Plaza de la Magdalena, hoy un hermoso jardín público, con fuente neobarroca en el centro, que en primavera mantiene un histórico puesto de caracoles, tan típico de la ciudad en esa época del año. En el recuerdo queda el Cine de la Magdalena, de verano en su azotea, y de invierno en la parte baja, recientemente derribado. En tiempos pretéritos, la plaza fue durante siglos un descampado donde se hacían corridas de toros, y cuyos toriles se encontraban en las actuales callejas de Santa Inés y la plazuela que allí se forma.

Plaza de la Magdalena
En el lado norte, haciendo esquina con la Calle del Crucifijo, se levanta la Ermita de San José, fundada en 1385 pero con muchas modificaciones posteriores. Tiene portada de un discreto barroco, compuesta por arco flanqueado por pilastras y sobre él entablamento con cornisa y hornacina con el titular coronado por frontón triangular. Sobre todo ello, espadaña barroca. Del interior, la bóveda de cañón y el retablo del mismo estilo estético.

Ermita de San José.
Dirección oeste, penetraremos ahora por la Calle de los Muñices. Importantes restos arqueológicos, actualmente conservados en las viviendas de la zona, nos han venido a demostrar que esta calle que ahora pisamos fue un tiempo la primera versión de la Via Augusta, antes de que en años posteriores los romanos de la época decidieran trasladarla más al norte por las actuales calles de Santa María de Gracia, María Auxiliadora, Puerta de Plasencia, Rabanales... y a los lados de ella se construyeron las habituales tumbas y mausoleos, con esquelas que recordaban al viajante que un día existieron.

Restos de tumba romana en una vivienda de la Plaza de la Magdalena.
Hacia la mitad de la calle, a la izquierda, encontramos el Palacio de los Muñiz de Godoy, hoy colegio público. El edificio data del siglo XIII, aunque de él no queda absolutamente nada, salvo lo que se pudiera encontrar en el subsuelo. Es reconstruido a finales del siglo XVIII, y de ésta época es su portada principal, fechada en 1795. Un frontón curvo culmina el balcón de rejas voladas del segundo cuerpo, sobre el que apoya una portada adintelada con pilastras a los lados. El primer cuerpo sigue composición similar, con entablamento curvo. Del interior, aparte de un bien organizado jardín interior, cabe señalar la escalera manierista de principios del siglo XVII, con artesonado ochavado.

Portada del Palacio de los Muñices (1795)
Frente a la portada principal se ensancha una plazuela que fue hecha en el primer cuarto del siglo XIX para dar posibilidad de maniobra a los carruajes que entraban y salían del palacio. En esa placita existe un portalón que llevaba al interior de las casas de los Díaz de Morales, con escudo familiar en su clave.

Portada de la casa frente al Palacio de los Muñices.
La Calle de los Muñices desemboca en el Realejo, llamado así por ser el lugar de la Axerquía en el que montó sus reales el rey Fernando III de Castilla en 1236 mientras resistían los andalusíes en la Medina. Hacia la derecha entramos de lleno en la antigua Via Augusta a través de la actual Calle de Santa María de Gracia. Su nombre se debe al convento que allí había y que fue demolido en 1974 para crear la actual Plaza del Poeta Juan Bernier. De él se conservaron los restos de su portada principal, que es la que hoy se puede ver en un lateral de la plaza-jardín.

Restos de la portada del Convento de Santa María de Gracia.
Al otro lado de la plaza, desde la desembocadura de la que fuera Calle de la Portería de Santa María de Gracia, atravesando la Calle del Arroyo de San Rafael, que por aquí pasaba, nos encontramos con una de los más hermosos rincones de la ciudad: la Plaza de San Rafael. Felizmente liberada de vehículos (aunque no del todo) y colmada de aromáticos naranjos, en ella, además de la fuente de principios del siglo XIX en su testero norte, destaca la neoclásica Iglesia del Juramento de San Rafael (*), construida en 1796 en el solar donde hubo otra anterior de finales del siglo XVI, y llamada así por ser donde supuestamente el Arcángel se presentó ante el padre Roelas para jurarle ser el cuidador de la ciudad, en su propia casa.

La fachada presenta tres cuerpos con órdenes superpuestos, flanqueada por dos potentes torres, y rematada por frontón triangular con esculturas. Está considerada la última construcción neoclásica de la ciudad, un lugar donde este estilo no fue muy habitual. En el interior, sin embargo, vence decididamente el estilo barroco, salvo el templete que cobija la policromada imagen del supuesto custodio católico de la ciudad, obrada en 1735 por Alonso Gómez de Sandoval. De las obras pictóricas hay que hacer referencia a las de Antonio Acisclo Palomino, además de los anónimos del siglo XVII y XIX. En cuanto a la estructura interna, destacar la cabecera circular a modo de deambulatorio, cubierta con cúpula, muy típico de las basílicas conmemorativas de la época, las bóvedas de cañón y arista, y la cúpula gallonada del Sagrario.

Fachada de la Iglesia del Juramento de San Rafael (1796)
Bordeando la iglesia, la calle que tiene el nombre del párroco que tuvo aquella visión esotérica anteriormente comentada (el Padre Roelas), nos va a llevar hasta una plaza donde se encuentra una de las más bonitas y especiales iglesias que posee esta ciudad. Se trata de la Iglesia de San Lorenzo (*), una magnífica obra de arte. Construida en la segunda mitad del siglo XIII sobre los restos de la antigua mezquita de al-Mugira, que da nombre a todo el barrio, la iglesia de San Lorenzo tiene varios elementos de su construcción que la hacen muy peculiar.

Iglesia de San Lorenzo (siglo XIII)
Su fachada presenta pórtico de tres arcos, habitual en las iglesias del norte de España por su clima, pero única en Andalucía, en las construcciones de la época. Cobija su portada principal, una ojiva con las arquivoltas decoradas con dientes de sierra, que apoyan en columnas cuyos capiteles, y la línea de imposta, están decorados con elementos vegetales.

Pórtico de la Iglesia de San Lorenzo (Siglo XIII)
Sobre el pórtico, la fachada muestra un hermoso rosetón gótico-mudéjar, compuesto por dos estrellas circunscritas de las que nacen columnillas y arcos entrecruzados con influencia almohade. Sobre él una hornacina con la imagen del titular y en una de sus naves laterales otro discreto rosetón gótico. Sobre la base del antiguo alminar de la que fuera mezquita, se eleva la hermosa torre renacentista, obra de Hernán Ruiz II, cuyo tercer cuerpo gira 45 grados dejando una atractiva composición, que repetirá en muchas de sus obras.

Parte superior de la fachada de San Lorenzo (foto cortesía de David Bonillo Fuerte)
Del interior, los artesonados mudéjares, las bóvedas de crucería de los ábsides, las pinturas medievales del altar mayor, del siglo XIV, que representan escenas de la Pasión, las antiguas capillas laterales y los restos del antiguo alminar de la Mezquita de al-Mugira. Los retablos barrocos están en los laterales. En cuanto a imaginería, destacan el Jesús del Calvario (1724) y el de Ánimas (Siglo XVII).

Restos del alminar de la Mezquita de al-Mugira. Iglesia de San Lorenzo.
El exterior de este templo gótico-mudéjar aún mantiene elementos suficientes que lo hacen identificar con el tiempo en el que fue construido, como sus puertas laterales o los ábsides traseros, hoy afortunadamente visibles.

San Lorenzo, portada norte.

San Lorenzo, ábsides.
Nos encontramos en el lugar donde estuvo en época andalusí, el arrabal de Munyat al-Mugira, o lo que es lo mismo, el barrio de la almunia de al-Mugira, cuya vida estuvo centrada en la mezquita que hubo en el lugar donde hoy está la iglesia católica. Uno de sus vecinos más universales fue el humanista Ibn Hazm (994-1064) Con el paso de los siglos, este barrio se convirtió en uno de los más populares de la ciudad, y se hizo famoso por el Motín del Hambre, una revuelta popular que se originó en este lugar en el año 1652.

Continuamos nuestro camino por el arrabal de al-Mugira, por la Calle de Jesús del Calvario, hacia el noreste, hasta llegar a la esquina de la Calle del Trueque, para penetrar en esta última, buscando la casa número 4, un histórico patio de vecinos, de los más premiados en el concurso anual, convertido hoy en Museo de los Patios.

Museo de los Patios, Calle Trueque, 4
Volvemos a la Calle Jesús del Calvario para dirigirnos hacia el norte por ella, hasta llegar a la Plaza de San Juan de Letrán, donde estuvo la antigua ermita de este nombre, aunque de ella solo queda la portada principal, pues su solar está convertido en viviendas particulares.

Portada de la antigua Iglesia de San Juan de Letrán.
En la Calle Frailes, que ahora tomamos, encontraremos en el número 10 una fachada, sin nada destacable, pero que corresponde al Cine de verano Delicias, fundado en el año 1945, uno de los pocos que aún se mantienen. La puerta por la que se accede fue un tiempo también la de la casa de vecinos que allí hubo.

Cine de Verano Delicias (1945)
La Calle Frailes desemboca en la Plaza del Cristo de Gracia, que también se llamó del Corazón de María y de los Olmos, y es conocida popularmente como del Alpargate. En el lado norte se presenta, a un nivel superior al que se accede mediante rampas, la atractiva fachada tardo-manierista de la Iglesia de los Padres de Gracia (*). Trazada por Sebastián Vidal, se divide en tres tramos, correspondiendo con las naves, siendo el central más sobresaliente de la línea de fachada, más vertical, y es coronado con un potente frontón triangular, además de tener huecos con hornacinas para esculturas. El templo es concluido en 1686, pero el interior es re-decorado en el primer cuarto del siglo XVIII. Destacan las yeserías de la bóveda de cañón y de la cúpula de media naranja, con lunetos y fajones, y recuadros para pinturas. El retablo barroco es de 1702, y en imaginería destacan la Inmaculada, de Pedro Roldán (1668), el Cristo de Gracia, el popular Esparraguero, traído desde México en 1618, y labrado en pasta de caña, y el venerado Jesús Rescatado (*), realizado por Fernando Díaz de Pacheco en 1713.

Iglesia de los Padres de Gracia (1686)
En el centro de la plaza, un recoleto jardín abriga a una de las fuentes más monumentales de la ciudad. De estilo barroco, destacan de ella los tres pilares rematados por pináculos y el pilón curvo. Originariamente estuvo frente a la Puerta Nueva, pero fue trasladada aquí en 1950. Cerca de allí, un pequeño Triunfo de San Rafael, procedente de la puerta del fondo norte del antiguo estadio de fútbol El Arcángel, cierra el testero oriental de la plaza. En esta zona se encontraba la hoy desaparecida Puerta de Plasencia, que se abría en la parte más oriental del recinto amurallado de la ciudad.

Fuente del Alpargate.

Triunfo de San Rafael del Alpargate.
Nos dirigimos de nuevo hacia el interior del viario intramuros, en dirección oeste, por la Calle de María Auxiliadora, que correspondería con la que fuera la romana Vía Augusta, pero pronto daremos un quiebro a la izquierda primero por Ronda de la Manca, e inmediantamente después a la derecha por un pasaje donde podremos observar los restos de la antigua muralla de la Axerquía, del siglo XI.

Muralla de la Axerquía (siglo XI)
Volvemos a salir a la Calle de María Auxiliadora para continuar por ella hacia el oeste. Haciendo esquina se encuentra el Colegio de los Salesianos, fundado en 1901, pero nos va a interesar más el templo adosado a él desde 1918, la Iglesia de María Auxiliadora, decorada con elementos neobarrocos, y de la que destacan las vidrieras y la imagen de la Virgen, de 1908.

Iglesia de María Auxiliadora (1918)
Frente a la fachada sur de la Iglesia de San Lorenzo penetraremos por la Calle Escañuela. En el número 3 se encuentra la Asociación Cordobesa Amigos de los Niños Saharauis, que, además de su función humanitaria y social, participa tanto en las fiestas de Cruces de Mayo como en la del Concurso de Patios de Córdoba, ya que ocupa una peculiar vivienda que se desarrolla en torno a una galería abierta, que desemboca en el patio del fondo, con dos niveles de altura.

Patio Calle Escañuela, 3
A la derecha, por el Pasaje de la Escañuela, se llega a la Ronda de Andújar, por donde continuaba la muralla medieval, de la que nos queda un pequeño resto en una casa particular y que podemos observar al continuar dirección sur, en la acera de la derecha, a la altura del número 4. Es de mampuesto y sillares.

Restos de la muralla en Ronda de Andújar.
Solo unos metros más hacia el sur se encuentra la entrada oriental a la Plaza de la Magdalena, anteriormente comentada, y que aquí se llama Puerta de Andújar, pues en este lugar estuvo la puerta medieval de ese nombre. Solo su nombre queda y el espacio que ocupara junto a la Torre de los Donceles a la que estaba adosada. En el lugar se puede ver hoy una fuente del siglo XIX.

Lugar donde estuvo la Puerta de Andújar y la Torre de los Donceles.
Por casi toda la acera izquierda de la Ronda de Andújar discurre el edificio de la Facultad de Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales, que ocupa el espacio donde estuvo el Convento del Carmen Calzado, fundado en 1580, pero del que solo quedan el refectorio, el claustro de dos plantas, considerado uno de los más hermosos del barroco cordobés, y la Iglesia del Carmen, a la que se accede por la puerta lateral, ya que la principal, con pináculos viñolescos, pilastras y escudo de la orden, se encuentra cegada. En el retablo mayor se encuentra la pintura La Anunciación de Elías (*), obra de Juan de Valdés Leal, una magnífica obra pictórica que se guarda en uno de los templos más sencillos y discretos de la ciudad.

La Anunciación de Elías, de Valdés Leal (foto tomada de interpretando.es)
Portada principal, tapiada, de la Iglesia del Carmen.
Justo enfrente, la Puerta Nueva, de la que ya hablamos con anterioridad, da salida a los Jardines de la Niña del Milagro, cuyo nombre también comentamos. Toda una delicia acercarse a este umbrío jardín público, que en el centro mantiene un Triunfo de San Rafael, como tantos otros en la ciudad hay, en este caso labrado en 1747, y financiado por los vecinos de la zona.

Triunfo de San Rafael en los Jardines de la Niña del Milagro.
En el lado suroeste de los jardines se asoma la bocacalle por la que penetraremos ahora. Se trata de la Calle Barrionuevo, llamada así por ser de las últimas zonas que se colmataron en época bajomedieval. En el número 10 se encuentra uno de los pocos ejemplos de corral de vecinos que han perdurado en Córdoba. Se distingue de las casas de vecinos por su diseño unitario. El exterior nada de particular nos dice, pero su interior, sobre un patio alargado apoyan los puntales de hierro que soportan una plataforma volada que se convierte en galería superior.

Corral de vecinos, Barrionuevo 10 (foto de www.iaph.es Patrimonio Inmueble de Andalucía)
Al salir de la Calle Barrionuevo y girar a la izquierda nos enfrentamos a la salida de la Puerta de Baeza. De todas las puertas medievales que fueron demolidas o dejadas arruinar con el paso de los tiempos, quizás sea esta la más llorada y lamentada. Ramírez de Arellano dice en 1873 textualmente: "la formaban dos lindas torres redondas ó tambores, unidos por un precioso arco semicircular coronado todo de graciosas almenas y formado de una argamasa que en nada pudo aprovecharse cuando se cometió el desatino de privar á Córdoba de una de sus más bellas joyas artísticas y que en vano intentó salvar la Comisión de Monumentos de la provincia."

Hermosa reconstrucción virtual de la Puerta de Baeza (rojunson.es)
Puerta de Baeza actualidad. En el suelo marcas del pavimento donde estuvieron las torres de la puerta medieval.
De todo ello, actualmente queda un tramo de unos 50 metros de la muralla a la que estaba adosada, y que corre en dirección sur, salvo la parte más cercana a la puerta en sí, que solo queda marcada en el suelo con otro tipo de pavimento. Es de tapial, muy habitual en toda la cerca de la Axerquía.

Tramo de muralla junto a la que fuera Puerta de Baeza.
En el pequeño jardín que hay delante, se encuentra otra atractiva fuente barroca. Es de 1728, y ocupa el lugar actual desde 1959; la cambiaron de lugar por estar antesa más afuera, donde hoy pasa la carretera. Construida en piedra de mina cordobesa de color gris, destacan los pilares decorados en sus cuatro lados y, sobre todo, el pedestal central de forma octogonal, con pileta cóncava desde donde se vierte el agua.

Fuente de la Puerta de Baeza (1728)
Fuera del recinto amurallado, justo enfrente de la Puerta de Baeza, se resiste a duras penas en pie la Iglesia del Asilo de Madre de Dios. Construida en 1602 para Convento de la Orden Tercera de San Francisco, el coste estuvo a cargo del Ayuntamiento de la ciudad, y la obra quedó inconclusa. La esbelta fachada remata en hastial, coronado este por un San Rafael que da nombre oficial a la iglesia, y la espadaña es curiosamente angular. El crucero y la cabecera quedaron inacabados. En el siglo XIX fue fábrica de cristales y asilo de mendicidad, y en la actualidad se encuentra en estado de semi ruina.

Asilo Madre de Dios, actuación de emergencia para evitar su desplome (foto agosto 2016)
Desde aquí, merece la pena recorrer aproximadamente 400 metros en dirección Este hasta llegar a la plaza donde se encuentra el Santuario de la Fuensanta. Mientras andamos ese tramo podemos recordar la historia de Gonzalo García, vecino de Santiago, quien con su visión en 1420 hizo que las autoridades eclesiásticas fundaran aquí el santuario en 1450. Lo primero que llama la atención es el humilladero que cubre el pozo donde supuestamente surgen las aguas milagrosas, y que fue construido a finales del siglo XV; tiene bóveda de crucería estrellada. El pozo es obra neogótica de Mateo Inurria. La fachada de la iglesia es barroca, de mediados del XVII, apiramidada, con volutas y pilastras como decoración, hecha en ladrillo visto, y rematada con espadaña. De la época medieval se mantiene parte de la iglesia en sí, como su planta, arcos formeros de estética mudéjar, y la portada norte, con un arco apuntado enmarcado por baquetones. El camarín de la virgen se hizo en el siglo XVIII, y la escalera de acceso se atribuye a Francisco Hurtado Izquierdo. La imagen titular puede tener origen en el siglo XV, pero está tan reformada que es prácticamente imposible asegurarlo. Llaman la atención los exvotos que allí se encuentran colgados de la pared exterior, de entre los cuales sobresale el famoso Caimán de la Fuensanta, quien con su leyenda alimenta la imaginación de grandes y pequeños. Al estar situado a un nivel inferior a lo habitual, la construcción ha sufrido durante siglos las grandes avenidas del Guadalquivir, teniendo azulejos que marcan la altura hasta la que llegaron las aguas.

Iglesia y Humilladero del Santuario de la Fuensanta
Interior gótico del Humilladero (siglo XV)
Exvotos del claustro, donde se ve el famoso Caimán de la Fuensanta.
Fin del quinto capítulo (Santiago, el barrio mozárabe y al-Mugira), de la serie Conociendo Córdoba.

Recorrido propuesto.
Todas las fotos son del autor, salvo las que oportunamente se indican.

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