sábado, 26 de abril de 2014

Qurtuba en London Town

Estación de San Pancracio, Londres (Saint Pacras)
Supongo que esto será aquello que llaman "patriachiquismo", "ombliguismo", "catetismo" o, simplemente, burda alienación, que sobresalta disfrenicamente la respiración, y le deja a uno cara de tonto por descubrir, a eso de unos mil seiscientos kilómetros de distancia allende el norte, unas expresiones estéticas más o menos cercanas y probablemente, casi seguramente, inesperadas.

Que la ciudad de Londres sea la gran ciudad de los contrastes, donde pequeñas ermitas e iglesias anglicanas neogóticas conviven a duras penas con rascacielos forrados de vidrio y cristal, puede llegar a no sorprender a aquel quien, desde la humildad mediterránea, se asome por allí, esperando lo que se le ofrece, y sintiendo que aquello no es nada comparable a lo que uno ve y vive día a día.

Contrastes de la City de Londres
Pero que en el caserío de una de las ciudades más opulentas y cosmopolitas del mundo se vean señales, formas y líneas, señaladas en su propia ciudad desde hace más de mil años, y que uno las descubra, es una sensación cuanto menos extraña. Ver las dovelas rojiblancas que ya Almanzor copiara de los Abderramanes, en un lugar tan lejano, a uno no le deja indiferente.

La Saint Pancras Station (Estación de San Pancracio) en Londres, refunde sus formas neogóticas con las maneras que los omeyas trajeron a Qurtuba convirtiéndola en la Luz del Mundo.

Estación de San Pancracio, Londres.
Hoy en día combinan la estación con un hotel de lujo, pero sus formas siguen recordando a las estéticas mediterráneas.

Hotel Saint Pancras (Londres)
No es la única referencia qurtubana en la antigua Londinum o Westminster. En barrios como Belgravia, South Kensington o Chelsea, donde los Ferrari, Lamborghini, Porsche, Mercedes y Audi, pasean por las calles de Cromwell y Brompton, delante de los Almacenes Harrods con la prepotencia correspondiente, se ven guiños al sur en algunas casas, eso sí, protegidas por sus correspondientes gorilas. Los paraísos fiscales tienen esas cosas: lo mismo sacan de sí su animadversión a otras culturas, que la asumen para su ego.

No compromise.

Al fin y al cabo, quienes mandan son los mercados de la City.

Casa particular en Belgravia-Brompton
En todos los barrios de la zona histórica de Londres existen referencias a Abderramán. Es posible que el lector se sienta un poco extrañado por la frase que acaba de leer, pero es cierto. Incluso en la City, en ese lugar donde llegan los dineros de los que evaden capitales y defraudan impuestos, donde se decide quién debe vivir bien, o simplemente vivir; allí también se ven improntas del sur. Eso sí, solo para mirarlo.

Edificio de influencia omeya en la City de Londres
En cualquier caso, esto es solo una apreciación personal, una "paja mental" que uno se monta. A Londres no le importa un huevo el sur, no sabe que algunos de sus edificios (muchos más de los que aquí se muestran), tienen influencia qurtubana o andalusí. Ellos salen de sus oficinas a las 17:00 horas, cuando a los que aquí vivimos nos quedan más de dos horas de trabajo. Ganan el doble de salario, conducen vehículos de alta gama, se transportan en metro perfectamente organizado, pueden ir en coche hasta la última calle del último barrio y aparcar en la mismísima cocina, pero no saben lo que es salir a la calle en pleno mes de febrero y sentir los rayos de sol en tu espalda, respirar y oler el aroma de la sierra cuando llueve.

En el fondo, anhelan el sur, pero no lo saben.

Londres es una ciudad hermosa, cosmopolita, vital, llena de contrastes...

Seguro que no desean esto:

Mihrab, Mezquita de Córdoba
... ¿o sí?... Visto lo visto...

domingo, 13 de abril de 2014

¿Alguien me ayuda a encontrar un dibujo?


Hace unos años... bastantes años... me encontré con un librito de propaganda electoral (creo que del PSOE). Era el año 1978, el de la aprobación de la Constitución actual, o quizás el de 1982, cuando la subida a la presidencia de Felipe González...no me acuerdo... Ese librito venía con dibujos de José Ramón Sánchez, que expresaba en cada uno de ellos lo que sería este país si les votaban, o si aceptaban la propuesta (era propaganda electoral, como digo)... No lo recuerdo bien: mi biblioteca personal ya falla.

El caso es que a mí, esa propaganda no me interesaba mucho, ya que mis años de infancia-adolescencia me invitaban a preocuparme más por otras cosas, pero sí me llamó la atención uno de aquellos dibujos. Recordándolo hoy de memoria, aquello era un parque y, no sé por qué, yo pensaba que estaba en  la ciudad de Barcelona. En esos recuerdos que tengo creo adivinar que había de fondo un mar turquesa como el Mediterráneo. ¿Sería por eso?

En ese parque, repleto de personas, los niños jugaban, circulaban en bici, había barrenderos limpiado la zona, policías charlando con los vecinos, familias disfrutando de un soleado día en un lugar lleno de árboles frondosos, verde hierba y murallas medievales de fondo.

Tanto me llamó la atención aquel dibujo que decidí dibujarlo yo mismo. Así que compré dos cartulinas y las pegué entre ellas para crear una especie de panorámica, pues el dibujo de José Ramón Sánchez era así, alargado, y con mis lápices de colores intenté reproducir aquella estampa con mis propias manos.

Los dibujos del autor tienen un especial aspecto: rechonchos y expresivos, simpáticos e infantiles; el entorno no deja de ser igual, parecido a un cuento. Sus imágenes en la serie televisiva de Sabadabadá, que emitían los sábados antes del almuerzo, eran una delicia. Y yo me preguntaba: ¿cómo se le ocurre dibujar estos personajes? Mi boca abierta se cerraba de repente cuando escuchaba la voz de mamá diciendo que ya se acabó la tele, que era hora de comer.


Pues bien, aquel dibujo de las dos cartulinas pegadas, y que no llegué a terminar, desapareció. No había espacio en nuestro piso de sesenta metros cuadrados, a repartir entre siete personas, para guardarlo. Había que hacer sitio en los cajones para la ropa interior antes de para cartulinas dibujadas. Era lo lógico, y no guardo rencor por ello. Más al contrario; jamás me faltó ropa interior escamondada, ni a mis hermanos.

Pero hoy, después de unas décadas, me acuerdo de aquel dibujo, de aquella cartulina pegada, de aquellos personajes dibujados por mí, copiando los de José Ramón,... pequeñines, con caras redondeadas... ¡una cincuentena habría!... con expresión de felicidad, montados en sus bicicletas, ropas de colores, sonrisa en los labios, los árboles enormes repletos de ramas y hojas de un verde sublime.

José Ramón Sánchez tiene muchas composiciones hechas que no quiero devaluar.


Pero aquel dibujo que me invitó a tomar las riendas para reproducirlo con mis propias manos, y que me ayudó a ser valiente para asumir retos y disfrutar de la pintura, nunca más lo he vuelto a ver.

Hoy, en pleno siglo XXI, con tantas posibilidades que nos ofrece la red global de internet, yo no he sido capaz de encontrar aún ese dibujo, y por eso hoy pido vuestra colaboración. Si alguien lo encuentra, le ruego que me lo envíe. Es para mí importante. Gracias.



Las imágenes están tomadas de http://todoloqueustednecesitasaber.blogspot.com.es/2009/05/momentos-de-nuestra-infancia-jose-ramon.html