"Mucho Trigo y Poco Pan", solía decir mi padre con sorna a los churumbeles que ocupábamos su casa, entre risas, sonrisas e incluso carcajadas por la respuesta a la pregunta de por qué se llamaba así la calle donde vivíamos. Supongo que mi padre se sentiría como me siento yo aún cuando por cualquier chorrada medio acertada por mi declamada, mis hijos, entre burla y diversión, sacan de sí ese sonido de la risa o esa expresión divertida que desde un crío se hace tan intensa y que a un padre le llena tanto observarla en sus descendientes, por ser parte de su felicidad, y por lo tanto, parte del cumplimiento de sus obligaciones como tal. Cursiladas que a los hombres no nos está permitido contar, pero que la llevamos dentro.
Don_Teodomiro_Ramírez_de_Arellano_y_Gutiérrez_de_Salamanca, autor de su obra más cordobesa, "Paseos por Córdoba, o sean Apuntes para su Historia", y que cualquier buen cordobés interesado por su ciudad debería leer, no hace demasiadas referencias a esta calle de Mucho Trigo, sita en la collación de los Santos Nicolás y Eulogio de la Ajerquía, perteneciente a dicha parroquia, hoy desaparecida o reconvertida en dormitorio de vehículos de tracción mecánica, y que por su desaparición se añadió a la de San Pedro, basílica del martirologio cordobés, catedral por merecimiento y por lógica, y no la ilógica que hoy disponemos. Pero bueno, que me enrollo como una persiana y saco las raíces del tiesto.
Como quería decir, Don Teodomiro solo comenta, hablando de las Cinco Calles, que "Salimos á una pequeña plazuela justamente conocida desde muy antiguo por las Cinco calles, por afluir á dicho punto la ya nombrada de Consolacion y las de Muchotrigo y Lineros, de este barrio, y las de D.Rodrigo y Baño del de San Pedro. Muchotrigo es un apellido que por lo estraño han creído muchos ser apodo, infiriéndose que así se llamaría alguno de sus mas notables vecinos: tiene dos callejas, la mas larga titulada del Posadero, por uno que tenía muchas de colmenas en la sierra, y la otra corta, cuyo nombre particular no hemos logrado conocer". Y sigue hablando de uno de sus edificios, que luego recuperaré.
Esta calle, mi calle, la disfruté en los primeros años de mi vida. Nací en la Noreña, en un verano caluroso, y no en la casa propiamente dicha, como no demasiados años atrás ocurría. Pero pronto me trajeron a esta calle ribereña, al número 24, y a los ocho días de nacer ya estaba bautizado en San Pedro, para que no fuera morito, según la tradición decía. Y fui creciendo en ella, con sus sonidos y sus olores, que es lo primero que un bebé percibe, y luego con su luz y su tacto, y su vida.
El tiempo transcurría, y uno más vino a la familia, a desvirtuar las noches olorosas y a convertirlas en llantos desconsolados, y al poco, otro más, con cuna que se movía por la mano incansable e inalterable, esa misma que calentaba la plancha en la hornilla de fuego y que al soltarla sobre la ropa desprendía un aroma entre chamusca y jabón del Lagarto. Mis pies se hacían grandes y nuevos calzados los cubrían, pero la luz de Mucho Trigo "Poco Pan" seguía siendo la misma, y olía siempre igual, y la gente que pasaba era la misma, con menos pelo, pero la misma. Y aquel farol alumbraba tan poco como siempre, desde mi ventana de mi cuarto, compartida con mis hermanos.
Era un universo perfecto hecho a la medida de quien lo supiera disfrutar. Y yo lo hice. Tanto que se me quedó para siempre en mi memoria. Aquellos primeros siete años de mi vida no los recuerdo como los más felices, ni como los más tristes, ni como los más intensos, ni como los más... nada. Allí, simplemente, mordí mi ciudad, el pulso de mi vida, de mi familia, de mis vecinos, de mi mundo, y aquí dentro quedaron, para bien o para mal, para siempre.
Crecí mascando la humedad del Quivir, anhelando aquella Sierra distante, sintiendo el calor de las losas deformes y los guijarros de la calle, deslumbrándome con el reflejo de las paredes encaladas, escuchando los grillos y las chicharras de los árboles de la carretera de la Ribera, que luego talaron para convertirla en autopista de número cuatro.
Y crecí, sí, crecí, y me hice mayor... ¿mayor?... cumplí tres, cuatro, cinco, seis años, e incluso siete, y de repente me ví jugando a la pelota en un descampado cercano al río, donde había un bar con un dibujo en sus paredes de una mujer de ojos redondos y negros abrazada a una guitarra, y que decían los mayores que era de Julio Romero de Torres.
Hoy en día, ese descampado no tiene ya la muchacha de los ojos negros con la guitarra, y lo ocupa una vivienda nueva y un solar, pero para mí lo más importante era que en esa plaza estaba la casa donde vivía el peluquero que nos pelaba a toda la familia de un tirón, y al que había que llamar para que viniera. Tenía peluca, fue portero del Córdoba C.F. y se llamaba, ¿cómo no? Lucas.
En el 63 ó 64 ya estaba en la fuente de tu calle (solo queda el pilón) o en las Cinco Calles, esperando a mi novia. Hasta el 73 estuve regularmente entrando en la calle, e íbamos a alquilar un piso en una de sus callejas, al final lo compramos lejos. Seguimos yendo a la calle unos años más, hasta que Pepe y Concha, mis suegros, se vinieron a un piso al lado del nuestro. Ahora sigo yendo de vez en cuando al solar del número 10, por los habituales problemas de un solar: árboles de crecimiento rápido, a podar, rotura de la puerta por cuatro nenes, tabicado de la puerta, etc. Así que yo sigo yendo a tu calle de vez en cuando.
ResponderEliminarSaludos
¡Hayy! que buenos días me has dado con tu recuerdo, has resucitado los míos. Que importantes son los recuerdos de nuestra niñez,y ademas creo que son los últimos en borrarse de nuestra memoria cuando esta ya empieza a fallar. Y con que ganas decimos ¡mí calle! porque es nuestra por derecho,gracias por hacerme recordar ¡mí calle! y ¡la tuya!
ResponderEliminarSaludos ¡vecino!
Conchi y Paco, me alegra haberos traído recuerdos gratos de la calle.
ResponderEliminarCuando empecé a escribir esto me pregunté: ¿Pero a quién le va a importar cómo transcurrió mi infancia y mis recuerdos de ella? Veo que al menos a vosotros sí que ha servido para algo, porque siempre es bueno y bonito el recordar.
Cuando tenga un huequito seguiré poniendo aquí mis recuerdos, a ver si coincidimos en algo. Tendréis que tener en cuenta que yo me marché de la calle cuando solo tenía siete añitos, así que a lo mejor cometo errores, que espero me rectifiquéis.
Un abrazo
José Manuel, a pesar de que el 21 cumples 20 años menos, de los que casi tiene uno que yo conozco ( si no te has quitado años en Facebook), decirte que la percepción tuya es inamovible, por lo tanto no hay que hablar de errores sino de distinta percepción de las cosas, pero lo esencial está ahí en el recuerdo.
ResponderEliminarEjemplo, si las cuentas no me salen mal, cuando tu te ibas a mudar de tu calle 1972, nos faltaba a nosotros un año para casarnos, y llevábamos nueve de novios. Me estoy haciendo un lío.
En el 73, Paco, que soy del 66, y este 21 cumplo 45. Vaya mierda de números. Si los sumas todos dan 205, que sumados entre sí dan 7, que es un número mágico, que si lo multiplicas por sí mismo dan 49, que si le restas el 21, que es el día de mi cumpleaños, se queda en 52, y después le restas los 45 que cumplo, se vuelve a quedar en 7.
ResponderEliminarMe temo que yo también me he perdido.
Y tú, todavía de novios. ¡Hay que ver, Paco! ¡Hay que ver!
P.D. No me he quitado años en el fesibuc, que conste.
Un abrazo
El siete es el número que me ronda siempre, nací el 17 de marzo del 47 (el año de la explosión de Cádiz y la muerte de Manolete, mi padre el 7 de marzo del 17, y algunas curiosidades más.
ResponderEliminarBueno a lo que vamos como me faltaba el dato, ya confirmado, yo ya llevaba desde el 63 entrando a tu calle, y cuando te fuiste de allí a mudarte a otro sitio nosotros no casamos, en el 73.
Mira que he buscado una foto de la Ribera con el anuncio de Anís La Cordobesa, pero no la he encontrado, tengo el cuadro pero no el anuncio que hubo allí tantos y tantos años.
Nostalgia, de tiempos pasados.
Pues yo nací muy cerca de tu calle. En la calle barrionuevo, mi primer colegio fue el de Rosario de Torres (Hermana del pintor) que ya no existe y que ahora esa enorme casa es propiedad de una conocida diseñadora)
ResponderEliminarMe marché del barrio con ocho años peroguardo recuerdos de mis juegos en la calle
Jerusalem, la calle Barrionuevo, para un niño de siete como era yo, era como ir de viaje a Fernando Poo, pero era lo suficientemente cerca para que nos sintamos casi vecinos, porque mi primer cole, que no fuera de párvulos, también llamado miga, fue el de los Caballeros de Santiago, y eso sí que estaba cerca. Solo hice primero, pero me acuerdo perfectamente.
ResponderEliminarEl colegio que dices no me suena en principio, pero supongo que no debía estar demasiado lejos de la zona.
El colegio a que se refiere Jerusalem es el de la calle D. Rodrigo esquina a San Pedro en ese estuvo Conchi.
ResponderEliminarGracias por la información.
ResponderEliminarPero, ¿eso no era lo que se le llamaba la Gota de Leche?
¿No era ese edificio el Hospital de la Misericordia, reconvertido en Hospicio, y en la actualidad Colegio Público?
Me parece que me estoy respondiendo yo mismo. ¿Verdad?
No José Manuel la Gota de Leche está más hacia las cinco calles. creo que era en el caserón que hoy es de una diseñadora de ropa.
ResponderEliminarEs como dice Paco, el colegio era donde está la diseñadora de ropa en la calle Don Rodrigo, recuerdo a mi profe de parvulitos que se llamaba Dª Pepita (Creo)
ResponderEliminarAh, Jose Manuel yo tambien soy del 66
¡¡Si es que somos ya muy mayores!! Jajajaja
Hola a todos, pero después de haber leído todos los comentarios, me atrevo a decir, hola vecinos de nuestra calle Mucho Trigo, hoy uno de abril de 2020, quizás movido por el confinamiento del estado de alarma, me pregunté cuál sería la razón del nombre de mi querida y añorada calle Mucho Trigo, y como Google te lo responde todo y más, me he encontrado con este chat, por supuesto he de decir que me ha traído muy buenos recuerdos, yo vivía en la calle Posadero número 25, y entre amigos de la casa la cruz, casa de Dios, casa casala sillería, la tiendecita casa Chari,sí esa, la que nos cambiaba los tebeos, la chucherías de la Galapaga,casa Paquillo el de la tienda, casa Paco el guardia,y la bodeguilla también otra tienda llamada casa Paquillo, y frente a esta otra tienda de dos hermanos muy mayores y bajitos,al lado de la chochera,la lecheria y un poco más abajo otra tienda, la del municipal, que vivía justo al lado de casa Romero, la del cartel con la botella de anís la cordobesa, esto por la zona de la Ribera y por las cinco calles la droguería donde después se convirtió en taller de guitarras, la gota de leche, la piconeria y la taberna el seis y frente a esta los mosquitos, y como no acordarme de Lucas, parece que aún lo veo siempre corriendo de allá para acá su cartera de cuero donde guardaba las tijeras y máquina de cortar el pelo, bueno ya he aportado algún dato mas, solo falta decir que soy de 1955, mi nombre es Manuel Vida.
ResponderEliminarUn saludo y gracias José Manuel fuerte por darme pié a recordar nuestra calle
Muchas gracias a ti, Manuel, por tu interesante comentario en el blog, que tanto tiempo llevo sin actualizar. Me alegro de que te haya traído recuerdos y de que te haya resultado ameno. Yo soy del 66, por lo tanto, once años más pequeñín, pero seguro que nos hemos tropezado en la calle, pues antes la calle era más nuestra. Algunos de los lugares que mientas me coinciden, aunque otros no, ya que yo me fui con solo siete años, y mis recuerdos son bastante difusos. Me es muy grato comprobar que la gente mantiene esos recuerdos de la niñez y la juventud, y los comparte. Gracias por comentar en esta, tu casa. Un saludo, Manuel.
ResponderEliminar