viernes, 29 de abril de 2011

Antonio Machado en Segovia

Segovia es una hermosa ciudad castellana, medio tomada por los madrileños, que todo lo ocupan, pero que aún mantiene un carácter propio en un casco antiguo bien cuidado, de agradable paseo para el peatón, y que mantiene vida, al menos en un momento especialmente turístico como es la Semana Santa, y que hemos utilizado la familia para darnos una escapadita y disfrutar de lo que nos ofrece.

Podría escribir sobre sus gentes, ni demasiado excéntricas, ni demasiado prudentes; de sus monumentos más espectaculares, con su impresionante acueducto y su encantador alcázar; de su celebración de la Semana Santa, tan diferente a la andaluza, para su suerte o su desgracia; o de su gastronomía, potente y convincente, pero no, hay algo que me llamó más la atención que todo esto.

Cuando llegas a Segovia en coche desde Madrid, y conduces hasta el párking más cercano al casco histórico (humana debilidad la de llegar a cualquier sitio hasta la cocina), te encuentras con una sobrecogedora imagen, hija de la impetuosa ingeniería romana, como es el merecidamente famoso acueducto, que desafía cada segundo a la gravedad, y te pone en tu insignificante sitio.

Los arcos de la Mezquita cordobesa deberían estar hermanados de alguna manera con esta mole pedrosa digna de los mayores elogios.

Una vez aparcado el caballo, te adentras en un callejero castellanísimo, con calles semi-rectilíneas que desembocan en la plaza mayor, donde se encuentran el ayuntamiento, la catedral y el teatro, y otras calles adyacentes, que asemejan más la impronta emiral-califal andalusí, con azucaques y azonaicas, tan encantadoras como las primeras.


No voy a descubrir ahora Segovia. Quien lo quiera hacer, que vaya a verla.

De repente, entre iglesias y conventos con entradas porticadas a lo "San Lorenzo cordobés" (o más bien lo contrario)...



... te encuentras con la construcción más sencilla que pueda existir en cualquier ciudad histórica.



Se trata de la pensión en la que vivió el insigne poeta Antonio Machado junto con otros profesores e intelectuales durante trece años, y desde donde se preparó para impartir la doctrina republicana de "pan, educación y sanidad para todos", participando en programas de educación a la población analfabeta, impartiendo clases gratuítas callejeras y, principalmente, obras de teatro con mensajes de igualdad y justicia, que luego se vieron censuradas en el régimen nacional-catolicista por venir.

Allí encontró un nuevo amor (Guiomar) que suplió al que la naturaleza le quitó anteriormente y le sumió en una depresión casi insuperable. Supo revivir y se sobrepuso a las adversidades personales y políticas gracias a su nueva pareja segoviana, que le devolvió las ganas de vivir. Pudo alegrarse cada mañana, escribir, publicar y conferenciar en favor de las bondades venideras de la II República Española. Mientras daba clase de francés en el Instituto de Segovia, tuvo tiempo para dar un mítin memorable en el teatro Juan Bravo de la capital segoviana, y participó en la proclamación republicana del 14 de abril del 31 en su ayuntamiento. Lo que vino después, con todas sus adversidades, mejor no contarlo, pues prefiero quedarme con sus momentos más felices.

En esta pensión durmió, pensó, escribió perdiéndose con sus libros, y entabló tertulias intensas con sus compañeros intelectuales en la mesa del comedor de la pensión. Valga esta entrada para rememorar a un comprometido ser humano, que se esforzó por implantar la justicia social y satisfacer las necesidades de los que le rodeaban.




Él acabó en Collioure (Francia), pero su legado quedó entre todos nosotros.


sábado, 16 de abril de 2011

No al cierre de Locsa

Esta mañana se han vuelto a manifestar las familias que dependen de la decisión de cierre de una de las empresas más antiguas que hay en nuestra ciudad, y yo he estado con ellos.

La nueva propiedad de la empresa Locsa ha decidido cerrar la fábrica y desmantelarla, poniendo la excusa de pérdidas durante unos años, cuando todos sabemos que de lo que realmente se trata es de quitarse de encima una competencia que le resultaba bastante molesta. Una empresa que estaba quitando clientes al Eje italo-alemán de KME en Europa y otros países emergentes gracias a la experiencia adquirida por los trabajadores cordobeses, herencia de aquella Escuela de Aprendices que estuvo viva hasta no hace demasiado tiempo, y que dejó la impronta de sus conocimientos en gran parte de los que hoy he visto gritar en la calle para defender su puesto de trabajo.


Pueden existir razones para el cierre de una empresa, sean económicos (los más), logísticos,... hasta culturales, pero me niego a aceptar un cierre por estrategia global. El Eje compró la fábrica de Córdoba con la única intención de dejarla morir, reduciendo los pedidos, acotando sus funciones, separando de su cuenta de explotación resultados tan importantes como los del Metal (ligados a los movimientos bursátiles del London Metal Exchange) y acaparando la mayor y más lucrativa actividad para sus centros de la media luna industrial de la Europa central.


El Eje italo-alemán compró su competidor más selecto allá por el año 2003, si no lo recuerdo mal, y puso el caramelo de la exclusividad en la boca de sus dirigentes y sindicatos. Las intenciones ya se vieron venir con el cierre de la planta de Lugones (Asturias), donde sufrieron la primera embestida de los Panzer alemanes, que arrasaron con aquella empresa (Locsa significa: Laminados Oviedo Córdoba Sociedad Anónima), aunque de forma menos traumática, o al menos así tengo entendido. Y procedieron, a partir de ese momento, a la devaluación progresiva de la fábrica cordobesa, para hacerle caer en picado. Se unieron a su enemigo, y cuando lo han tenido lo suficientemente cerca, con pocas fuerzas para subsistir, lo han apuñalado por la espalda.

Un buen amigo mío me dijo hace un tiempo que una empresa no deja de ser "un pincho más o menos en un mapa clavado". Y no le falta razón, solo que hay que tener en cuenta que ese pincho supone el que muchas familias subsistan, se levanten a diario con un quehacer y una actividad, que muchas pequeñas empresas vivan de ella a su alrededor (reparación de maquinaria, matricería, albañilería, transporte, auditoría, medio ambiente,...), de las que a su vez viven otras cientos de familias, y cuyo negocio se verá mermado.

Y todo por estrategia global.


Si la empresa no es rentable, presenten oferta de venta, y no la desmantelen y acaben achatarrando su maquinaria. Los trabajadores de la empresa seguro que están dispuestos a mantenerla en pie, con su trabajo y conocimientos, con su experiencia y buen hacer, y seguro que la venta les supondrá unos ingresos aceptables. ¿O es que acaso tienen miedo de que renazca de sus cenizas y les hagan competencia?

El Eje italo-alemán desconoce, o le da igual, la situación laboral de Andalucía, y solo piensa en su beneficio. O nos defendemos nosotros mismos, o nadie lo va a hacer por nosotros.

He visto políticos en la manifestación, así que seguro que han encontrado la solución... ¿o no?

¡Animo, compañeros! No soy mucho, pero al menos soy, y estoy con vosotros.



P.D. Ha sido bonito ver a jubilados de hace muchos años, con sus cuerpos y caras "distintos" ponerse la camiseta y gritar como el que más. Entonces aquello no era nada más y nada menos que: "La Letro".


domingo, 10 de abril de 2011

El Reloj de las Tendillas

Mi abuelo Pepe, que en gloria estaría si la gloria existiera, dejó muchas cosas buenas a su familia, a sus hijos, a sus nietos y bisnietos, y a los venideros. El dedo anular de su mano derecha movíase de arriba a abajo, sin fuerza, descolocado, flojindongo. De vez en cuando, moviendo la mano y mostrándonoslo, gritaba (¿gritaba?): ¡el Patascortas, esto es por el Patascortas...! Su dedo quedó inútil para siempre después de una paliza que le propinaron los rebeldes nacionalcatolicistas en el 36 por ser hermano de un "rojo insurrecto" que ya se encargaron de fusilar frente a la maldita parilla del cementerio de San Rafael.

Y después, como si quisiera recordar lo que a posteriori fuera una vida de satisfacciones con sus hijos y nietos, aquel viudo... mi abuelo, en las noches de Nochebuena, cuando el líquido dorado del vino fino habíase subido a la cabeza, y la sonrisa en su boca se había hecho perenne, se soltaba con una cantinela que aún hoy recordamos toda la familia cuando nos juntamos en esa noche, para su memoria, aún después de más de un cuarto de siglo de que nos dejara. Incluso sus nietos, hoy en día, la cantamos casi como un himno.

"El día que inauguraron el Reloj de las Tendillas,
hubo varias chavalillas,
metidas entre la gente con mucha exageración,
ardiendo más que un fogón,
Y es que echaban más humo que un tren,
Que me lo dijo mi prima Isabel..."

Simple canción que nos muestra que el ser humano es capaz de sobrevivir y de sacar partido a la vida. Mi abuelo, viudo, lleno de hijos, "jartito" de trabajar y políticamente reprimido, fue capaz de transmitirnos ese momento de liberación y de diversión que significó para él la inauguración del Reloj de las Tendillas, y que hoy es mi rostro en la red ante todos los que me estáis leyendo. Lo importante no es lo que esa cantinela dice, sino que fue parte de un momento feliz de alguien que nos dio todo.

Sea por ti, abuelo Pepe, y por tus ganas de vivir, más que de sobrevivir.

What is Qurtubano?

Pues mira, no lo sé.

Se me ha ocurrido y punto.

Como no me ha sido permitido utilizar el término "Cordubensis", que es el que me gustaba, y el de "Cordobés" me parecía muy fácil, y como tampoco sé cómo narices se llamaban los habitantes de esta ciudad en tiempos del Califato (en árabe, digo), en el que se le denominaba Qurtuba, pues he hecho una especie de "salmorejo" de gentilicio "sui generis" y me ha salido este palabro antivocabulariano, digno de acompañamiento peyorativo, especialmente en su rima asonante, y que está a medio camino entre la suerte de varas y el puyazo final.

Eso es lo que hay.

Intentaré aportar, dentro de mi osadía, mis reflexiones al mundo, si es que a alguien le importa, a través de esta nueva "window" establecida, y si no, pues tampoco.

Pues eso: Qurtubano...

viernes, 8 de abril de 2011

חסדאי בן יצחק בן עזרא אבן שפרוט

Durante mucho tiempo me he mostrado en los blogs y foros de la red con un nombre robado a un amigo lejano en el tiempo que, ¿quién sabe cómo sería como persona?, pero que un día me pareció el adecuado para esconderme tras su máscara y que me sirviera como escudo para ocultar mis intimidades, mis miedos y mis anhelos, mis virtudes y mis defectos, mis gustos y mis disgustos, mis preferencias y deferencias,... mi humanidad, en definitiva.

Uno siente miedo ante esta inmensidad que es el "orbe" cibernético, se siente uno accesible desde lo lejano, vulnerable e indefenso y propenso a sufrir un ataque de complejidad y humildad que le supera, y busca alternativas, rebuscadas y escondidas, pero al mismo tiempo cercanas a uno mismo o a parte del carácter de uno mismo. Y así fue como vine a hermanarme con este lejano y generoso personaje llamado Hashday Abu Yusuf ben Yishaq ben Esra ben Saprut, o mejor a ocupar su espacio, o a incluso a que él ocupara parte de mi alma, como en El Exorcista, sin el Padre Carras de por medio. ¿Quién sabe?

Supongo que eso es lo de menos. En cualquier caso, y aunque sea un "poquillo tarde" quiero pedir disculpas a este ser humano que existió en una época algo distinta a la nuestra por utilizar su nombre, y le rindo homenaje sincero por su aportación a la humanidad en lo que su espacio le permitió.

Ni soy del siglo X, ni de Jaén, ni judío, ni médico, ni nada... por eso pido mis disculpas.

Estoy aprendiendo a usar esta herramienta, nueva para mi, que es el blog, así que, por ahora, solo puedo aportar un link en el que se le conozca, como mi sincero homenaje, a este amigo, aunque sea por Wiki, que todo el mundo sabe que tiene sus más y sus menos.

http://es.wikipedia.org/wiki/Hasdai_ibn_Shaprut

Sirva esto para pedirle mis disculpas y prometerle recuperar su dignidad.